La vaca nacional y la loma del chivo

La vaca nacional y la loma del chivo

La percepción del país como una “vaca nacional” a la que los políticos ordeñan, dio origen a los vocablos “botella”, “bidones”, “botellones” y más recientemente “barrilitos” y cada día la desnudez de muchos funcionarios aumenta; el descaro, la desvergüenza y la falta de escrúpulos son mayores y los actos de corrupción son cada vez más estimulantes para que se incremente el número de los que incursionan en este “oficio” nacional.

Para ser “político” no hay que agotar largas jornadas de estudio y, según nuestra jurisprudencia, con apenas saber leer, escribir y, sobre todo, conocer cómo engatusar con la palabra, cualquiera puede engancharse a esa profesión con el auspicio de un partido “del sistema” y el respaldo de alguien graduado o verdadero “profesional” de la política.

Ha habido un incremento sorprendente en la aplicación de la herencia para las nominaciones o candidaturas y en el traspaso familiar de aspiraciones; el máximo ejemplo es el de los presidentes y sus esposas: “Yo salgo y tú te quedas o, por lo menos, aspiras” y no se circunscribe a los emblemáticos casos de Kirchner en Argentina y Clinton en los Estados Unidos, sino que abarca otros de padres, hijos y hermanos. Hace varios días se anunció el caso de la esposa de Martelly, presidente haitiano, aspirando a senadora.

Lo que luce esencialmente invariable es la intención de continuar ordeñando la vaca nacional; pero a mi desafortunado amigo le ha sido difícil meterse a político, porque lo acusan de presumir de serio y a su mujer solamente la conocen en la Loma del Chivo y de ahí no se saca ni un regidor.

 

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