La violencia intrafamiliar y sus repercusiones

La violencia intrafamiliar y sus repercusiones

Terapeuta familiar y de pareja – Psicóloga Clínica HGPS

Muchas veces nos encontramos en situaciones o circunstancias en las cuales estamos siendo violentados por otra persona que puede ser desde nuestra pareja u otro familiar como hijos, padres, hermanos, hasta personas ajenas a nuestro contexto familiar y laboral, pues también se puede dar la violencia en nuestros puestos de trabajo, y posiblemente desconozcamos que estamos recibiendo o participando de una relación de tipo abusiva.

Es alarmante observar cómo aumenta esta tendencia social de mostrar comportamientos agresivos, violentos, amenazantes y avasallantes como una forma natural de hacer valer nuestros “derechos” sobre propiedades y hasta personas. En este tenor me refiero al rol que tiene la mujer en la sociedad y en su propio entorno familiar. Se nos ha programado para creer que el hombre es “jefe de la familia” y por lo tanto se seguirá promoviendo este poder infinito e irrefutable que tiene sobre la mujer y sobre los miembros más frágiles del sistema familiar, que son los hijos, ambos -esposa e hijos- se perciben como propiedades y no entes individuales y autónomos.

Violencia. Cuando usamos el término “violencia” nos referimos al abuso de poder caracterizado por un patrón sistemático de control perpetrado por un individuo sobre otro. La violencia ocurre en las relaciones cuando uno de los implicados decide usar el abuso para ganar y mantener el control. La violencia no es equitativa, siempre habrá una víctima, aunque esta se defienda del abuso. Es una relación donde uno de los dos, el más débil o abusado, llevara las de perder.

La violencia se puede dar en las diferentes clases sociales y económicas. Las víctimas pueden ser desde personas iletradas hasta personas con alto nivel académico. No escatima en sexo, raza, credo o religión, edad ni preferencia sexual. Se ha determinado que las más vulnerables a ser víctimas son las mujeres, niños, ancianos, personas de la minoría y con diferente orientación sexual.

En el sistema familiar, quien ejecuta la violencia, maneja poder sobre los demás miembros de la familia. La violencia puede ser de tipo física, sexual, psicológica, emocional…, o puede restringir de las necesidades básicas como alimentación, educación, salud, a través de la limitación económica. Es importante aclarar que no es una elección ser agredidos y abusados, es mucho más fácil entrar en una relación abusiva que salir de ella (Strube y Barbour, 1983). La víctima de abuso (generalmente la mujer y los hijos) teme marcharse o dejar la relación, por el gran riesgo que implica, uno de los cuales es la desprotección económica, pues en muchos casos la mujer pierde su independencia económica como parte del abuso, además de que tiene miedo por su propia seguridad, teme ser agredida físicamente, perder su propia vida o la de sus hijos.

Detección. En una relación que inicia, no siempre será fácil detectar si uno de los implicados se volverá violento o abusivo.

Las parejas abusivas inicialmente pueden mostrarse como seres perfectos y encantadores, poco celosos y controladores. Los celos mostrados pueden ser percibidos por la mujer como gestos románticos y halagadores dentro de la relación; y la necesidad de control del abusador, lo percibe la víctima como algo inofensivo: “Esa persona desea estar todo el tiempo conmigo porque está muy enamorado”.

A medida que la relación continúa, la persona que es abusiva se torna más agresiva, controladora, celosa… La violencia se va intensificar con el tiempo.

Repercusiones de la violencia intrafamiliar

La violencia familiar no siempre va terminar cuando la víctima escapa de su agresor, trata de terminar la relación o busca ayuda.

Tratar de salir de una relación abusiva puede intensificar la pérdida de control del agresor sobre la víctima.
Aún lejos. Los agresores frecuentemente acosan, amenazan y tratan de controlar a su víctima aun después de que estas han escapado, lo que implica un gran riesgo de ser atacada y poner en peligro su vida.
Terminar con el abuso no es solo cuestión de que la víctima decida irse, requiere que esta pueda escapar de forma segura del agresor.
Las mujeres que han sido víctimas de violencia pueden ser sensibles a padecer síntomas depresivos, ansiedad, desesperanza, vergüenza y estigma por su situación, e inestabilidad emocional.
Pueden aislarse y distanciarse de su familia y amistades, mostrar agresividad e impulsividad, tener pensamientos suicidas, dependencia al alcohol y drogas.
Los niños que han sido expuestos a la violencia pueden presentar conductas agresivas y antisociales, así como conductas de inhibición y miedo en contraste con niños que no sufrieron a la tal exposición (Fantuzzo, De Paola y Lambert, 1991).

 

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