La violencia verbal

La violencia verbal

Virginia Pardilla, directora MLC School.

La violencia verbal es una forma de agresión que muchas veces pasa desapercibida, pues no deja huellas a la vista; sin embargo, las lesiones causadas por este tipo de maltrato son tan dolorosas como las que dejan la violencia física, incluso a veces son más difíciles de sanar.

La violencia verbal puede ser confundida con un simple conflicto de relación; sin embargo, es complejo que esto pues es una violación a la integridad de la persona afectada, no es un simple juego de palabras, pues pone en riesgo la salud mental de la víctima.

Proferir palabras groseras y ofensivas, es la forma más obvia de violencia verbal, pero no la única manifestación de la misma; más bien el maltrato verbal incluye palabras denigrantes dirigidas hacia la otra persona, lo cual socava la autoestima y genera un doble daño: el daño personal por parte de quien la recibe, y daño a la relación que existe entre ambos.

Por lo general el abusador niega su conducta, y muchas veces este abuso se realiza a puertas cerradas, de forma clandestina, cuando el abusador se encuentra solo con su víctima. Por eso no es de extrañar que la persona que abusa, sea más llevadera en público, y de difícil contacto en las relaciones más estrechas y privadas.

Muchas veces la violencia física viene acompañada de violencia verbal pero no necesariamente la verbal se manifiesta junto a violencia física, aunque de todas formas no deja de preocupar que el abuso escale a este segundo nivel, ya que muchas veces la violencia verbal es la antesala de maltratos físicos que afectan más gravemente la integridad de las personas.

El abuso verbal se da en hombres y mujeres, y por lo general cuando la figura que ejerce la violencia es el hombre la mujer tiene más miedo que cuando se da a la inversa. Es importante señalar que, en el caso de parejas, cuando esta situación se genera, se considera abuso intrafamiliar, y es sumamente común que los hijos, si los hay, sean testigos de esta violencia, resultando afectados ellos también.

La víctima convive tanto en medio de esta agresión que muchas veces se acostumbra a la misma y lo siente como algo normal de cualquier relación, lo cual perpetúa y refuerza indirectamente este abuso.

En cuanto al perfil del abusador verbal, esta persona suele ser irritable, tiende a culpa otros de sus defectos y errores, se torna violento con facilidad y es común que sea controlador, celoso, manipulador y explosivo. Por lo general tiene poca tolerancia a la frustración, y poco paciente con los demás. Ante los errores de otras personas, suele manifestarse de manera negativa y sus reacciones tienden a superar la realidad del error.

Las principales consecuencias del abuso verbal son: Disminución de la espontaneidad de la persona abusada, pérdida de entusiasmo, actitud defensiva, pérdida de confianza, deseo de huir. El auto-concepto y la autoevaluación pueden empezar a ser influenciadas por la percepción del agresor, a punto de que el abusado empieza a sentir que su propia personalidad ha cambiado.
Hay una sensación de un antes y un después de iniciado el abuso.

El abuso verbal daña el alma y el espíritu de la persona, llegando a creer que es merecedor de esas palabras o provocador de la reacción que motiva al abusador comportarse de esa manera.

Los gritos, la rabia, la ira, y el resto de las emociones negativas a la que es sometida, lo lleva al desequilibro emocional y se condicionan a este ambiente, al punto de que llegan adaptarse a la situación y al abuso lentamente.

Una forma de parar el abuso es fijando limites, para esto se debe desarrollar unos niveles de seguridad y autoestima que permita a la víctima empoderarse de la situación. Muchas veces es tan difícil que una relación sane después de un abuso sostenido, que por lo general estas parejas suelen separarse y sanarse fuera de la relación.

El abuso verbal no sólo se da entre adultos. Muchas veces los padres se desesperan y en vez de corregir gritan y ofenden a sus hijos. En ocasiones una mujer u hombre abusado, desplaza hacia sus hijos este patrón, convirtiéndose en replicador del abuso. Los gritos y ofensas, lejos de disciplinar lo que logran es lastimar y herir a los hijos, lacerando la autoestima y causándoles incluso daños cerebrales, ya que la ciencia ha demostrado que el vocabulario afecta directamente el desarrollo neurológico.

Cuando los niños son sometidos al abuso verbal se perjudican además sus habilidades sociales, la imagen que tienen de sí, y muchas veces su rendimiento escolar se fe afectado y pueden incluso presentar conductas regresivas y episodios depresivos que van destruyendo al niño. Muchas veces, los niños que son abusados en sus hogares, replican estos patrones en la escuela, por lo que llaman la atención debido a la agresividad verbal con se expresan. Cuando esto ocurre, es casi seguro que el menor agresor, a la vez es víctima de violencia en su hogar.

Todas estas razones, nos conducen a concluir que el abuso verbal no debe tomarse a la ligera en ninguna situación, y mucho menos cuando hablamos de que quien lo recibe es un menor. La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de Montessori Learning Center (MLC)

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