La vivienda precaria

La vivienda precaria

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Antes que nada, recordemos que esta sociedad democrática fue concebida y funciona en beneficio, fundamentalmente, de los que tienen algo que perder, en consecuencia, hay que buscársela como el marido de la vida, con el cuchillo en la boca, como Tarzán, porque, aunque los recursos existen, debido a la organización social, política y económica, unos pocos tienen mucho y los muchos tienen poco, si acaso.
Es muy complejo el problema de la vivienda precaria y su solución comienza con la respuesta a la pregunta ¿es posible eliminar la vivienda en lugares precarios? La respuesta es totalmente imposible, aunque parcialmente factible.
Cuando el Presidente Joaquín Balaguer dispuso la desarrabalización de la orilla oeste del Ozama, millares de familias fueron trasladadas desde viviendas precarias hacia edificios multifamiliares que crearon un nuevo perfil para la pobreza extrema.
Pero no fueron tomados en cuenta sus hábitos de vida por lo cual, muchos vendieron sus viviendas en el corto plazo y buscaron otro lugar donde ubicarse, aunque careciera de energía eléctrica, agua del acueducto, calles, escuelas, dispensarios médicos, servicios sanitarios adecuados. En una palabra, el programa había fracasado en parte, aunque luego se duplicara una y otra vez con resultados parecidos.
Entonces uno debe preguntarse ¿tiene el Estado la obligación de dotar de viviendas a todos los ciudadanos del país? Difícil respuesta. ¿Cómo, con cuánto dinero, por qué?
Es imposible decirle a la gente, convencerla, de que la mayoría llegó tarde al reparto del pastel y que a ellos lo que les corresponde es poner la espalda para ser flagelados y cargar las bonanzas de los otros y verla pasar ante sus ojos. Difícil eso.
Decirle, no construyas en el llano que es de los agricultores, no construyas en la loma que es de los ganaderos, sólo te quedan las orillas de los ríos que cuando crecen se llevan tu gente, tu casucha, tus hijos.
No vayas a engrosar los cordones de miseria que rodean las grandes ciudades. No construyas al borde de las carreteras, de las avenidas, no construyas en las cañadas secas porque cuando los ríos se boten…
Rubén Darío, en su primer libro de poemas “Azul” escribió que la maldición de los pobres es el vientre de las mujeres. Ello así, porque los pobres se multiplican en progresión geométrica y producen cada vez más personas que quieren y necesitan tener acceso a los progresos materiales, físicos y de salud que ha logrado la humanidad.
El problema es soluble y se han experimentado y puesto en práctica soluciones humanas y arbitrarias, incluso el control de la natalidad y el genocidio.
Personas que viven a orillas de la ría del Ozama dicen que abandonan la zona solo mediante el cambio de casa por casa.

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