Las bases ya no pueden robarse

Las bases ya no pueden robarse

Los pueblos derrotaban a sus tiranos con el poder de las armas y el avasallador impulso de las masas populares. Negociar armado era (¡y es!) negociar nivelado; pero un tercer factor, el dinero, desequilibró todo, porque con él se compran armas y voluntades y los insurgentes, rebeldes o revolucionarios, habitualmente no tienen grandes fortunas.

En la República Dominicana, ser “uno” (ciudadano) o ser “mayoría” (ciudadanía) es ser “nada” y para luchar contra esa realidad, el pueblo no tiene armas ni dinero. Acudir al terrorismo (que requiere pocas armas y poco dinero) afortunadamente no ha sido conducta de nadie, entendiendo que es absurdo lesionar a inocentes tratando de castigar a culpables.

Aquí no tenemos grupos armados ni revolucionarios “ricos” y las masas populares son presa fácil del clientelismo (a expensas del dinero público) y de los sepultureros de ideales, asesinos de la confianza ciudadana.

Las llamadas “bases” de los partidos son realmente una ilusión que los políticos quieren perpetuar en la opinión pública.

Temístocles Montás, Radhamés Segura, Carlos Gabriel García, Hipólito Mejía, Luis Abinader, Quique Antún y otros profesionales de la política, pierden su tiempo pronunciando discursos exaltando el “poder de las bases” partidarias, porque ya no hay verborrea que las seduzca para lograr sus votos; ahora se necesitan muchas papeletas y seguridades de disfrutar, aunque sea de un carguito o empleo público para lograr apropiarse de la voluntad de las masas; ya no es posible robarse “las bases”; ahora hay que comprarlas y a un precio bastante elevado, tanto así, que algunos “grandes líderes”, otrora convocantes de multitudes, tienen que conformarse con ridículos mitincitos de sus empleados, familiares y amigos.

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