Las cartas de mis hijos ante las crisis del país

Las cartas de mis hijos ante las crisis del país

A finales de 1990, mi hijo mayor me escribió una carta antológica en la que manifestaba sus deseos de emigrar ante el panorama tétrico y difícil que se vivía en el país. Una inflación galopante, escasez de alimentos, combustibles, drogas por doquier, y casi no había energía eléctrica. En esa época todo el que tuvo la oportunidad de irse se fue.
Confieso que yo misma hice gestiones para emigrar, pero aquí yo era reportera de Teleantillas y mi esposo, Daniel, economista, académico, profesor de economía de casi todas las universidades de la capital, incluyendo la Autónoma y asesor económico y financiero.
Una madrugada calurosa, sin energía, mientras combatíamos el calor con periódicos, sentados en la galería de la casa, decidimos quedarnos. Estudiamos la situación y llegamos a la conclusión de que no era digno hacer en otro país lo que nunca habíamos hecho en el nuestro y que la pelea había que echarla aquí.
27 años después, este 15 de octubre, mi segundo hijo, Pablo, escribe una carta en la que expresa la misma frustración que Robert, mi primer hijo, pese a que en los últimos 27 años el país ha registrado cambios asombrosos en el orden económico, no así en el humano y social. Pablo dice: “con todo y las deficiencias del sistema y ser un país tercermundista, podríamos criar, vivir y desarrollarnos, manteniendo la esencia que nos caracterizaba y que enorgullecía: éramos felices”.
“Hoy pongo en duda todo lo que mi inocencia y amor patrio me hacían ver. El camino que hemos tomado como nación no es el que pensé en mis sueños de infancia. No veo en el presente de hoy los anhelos del futuro de mi pasado. Hoy temo por la educación de mis hijos, por la seguridad de mi esposa al salir a la calle, por la salud de mis padres. Temo por una juventud que hoy está expuesta a tanta violencia, a tantos anti valores en los medios de comunicación. Temo por una niñez que ve como héroes a aquellos que los incitan con su música al sexo, a las drogas, a las armas. Temo por las mujeres que a diario son afectadas por canallas cobardes que por sus manos deciden acabar con sus vidas. Temo por los hombres honestos que cada día les queda menos espacio en una sociedad que premia al que roba e ignora al que no”.
“Hoy el mundo ha cambiado, mi mundo ha cambiado. Mi país no es el que defendí. Ya ni siquiera nuestros Héroes se respetan. Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, no son relevantes ni importantes. Los héroes de hoy eran los villanos de mis tiempos. Siempre he querido ser dominicano y es lo único que sé ser, pero cada día se me hace más difícil amar mi país”.
A estas expresiones de mi hijo le respondí: el hecho de que todavía haya personas que piensen como tú, es porque no todo está perdido. Dios te bendiga.

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