Las homilías en las misas, según el Papa Francisco

Las homilías en las misas, según el Papa Francisco

La mala calidad de las homilías en las misas dominicales me ha obligado a peregrinar por diferentes Iglesias buscando mensajes que me recojan en el genuino ambiente eucarístico, ya que de eso se trata. A veces son largas y aburridas disertaciones doctrinales, otras veces son exhortaciones en forma de gritos y boches a la feligresía al estilo de los años 50; otras veces son discusiones apologéticas que el predicador arma dentro de su cabeza, que es posible sean proyecciones psicológicas de él mismo, y que predicando él piense que puede liberarse de esos pensamientos conflictivos. Otras veces son repeticiones monótonas de todo lo que acabamos de escuchar de las lecturas que acabamos de oír, en forma de cuento, sin aportar ninguna reflexión o aplicación práctica de ellas.
Eso me ha llevado a buscar en Google y darle seguimiento a las homilías diarias del Papa Francisco en la Capilla de Santa Marta en el Vaticano. Son todas ellas jugosas homilías entre 8 y 12 minutos que me sirven de lectura espiritual diaria y que a su vez hacen la función de meditación para rumiarlas durante el día entero durante el tiempo que me transporto de un lugar a otro y cuando no estoy concentrado en mi trabajo. Y es que el Papa Francisco tiene una idea muy clara de lo que debe ser una homilía en el contexto de una celebración eucarística, y así lo ha expresado en su primera exhortación apostólica de su pontificado titulada Evangelium Gaudium.
Todo lo que viene pretende resumir en sus propias palabras lo que Francisco piensa que debe ser una homilía:
“La homilía no puede ser un espectáculo, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración”. “Es un género peculiar ya que se trata de una predicación dentro del marco de una celebración litúrgica, por consiguiente, debe ser breve y evitar parecerse a una charla o a una clase”. A propósito dice que el predicador puede ser un excelente y brillante orador capaz de hablar una hora o más pero “así su palabra se vuelve más importante que la celebración de la Fe. Si la homilía se prolonga demasiado, afectaría las características de la celebración litúrgica: la armonía entre sus partes y el ritmo”.
“Cuando la predicación se realiza dentro del contexto de la liturgia, se incorpora como parte de la ofrenda que se entrega al Padre y como meditación de la Gracia que Cristo derrama durante la celebración. Este mismo contexto exige que la predicación oriente a la asamblea y también al predicador, a una comunión con Cristo en la Eucaristía, que transforme la vida. Esto reclama que la palabra del predicador no ocupe un lugar excesivo de manera que (lo que se pretende) el Señor brille más que el Ministro”.
El Papa asegura además “que la homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de Encuentro de un Pastor con su pueblo. La homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del espíritu, un reconfortante encuentro con la PALABRA, una fuente constante de renovación y de crecimiento”. Tras poner como ejemplo la predicación de San Pablo, el Papa señala que la proclamación de la palabra de Dios, sobre todo en el contexto de la Asamblea Eucarística, no es tanto un momento de meditación y de catequesis, sino que es “un diálogo de Dios con su pueblo, en el cual son proclamadas las maravillas de la Salvación propuestas siempre de nuevo y las exigencias de la Alianza”. Y sigue el Papa: “Hay una valoración especial de la Homilía que proviene de su contexto eucarístico que supera a toda catequesis por ser el momento más alto del diálogo entre Dios y su pueblo, antes de la Comunión Sacramental. La homilía es un retomar ese diálogo que ya está entablado entre Dios y su pueblo”. Francisco alerta luego que “la predicación puramente moralista o adoctrinadora, y también la que se convierte en una clase de exégesis, reduce esta comunicación entre corazones que se da en la homilía y que tiene que tener un carácter cuasi-sacramental: La Fe viene de la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo.

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