Las inteligencias: cómo usarlas

Las inteligencias: cómo usarlas

Psiquiatra Jose Miguel Gómez.

Las inteligencias tienen como factores influenciables: la herencia, la estimulación temprana, la socialización con los grupos, las habilidades y destrezas que se adquieren en las diferentes circunstancias por las que todos pasamos, hasta el reconocimiento de las emociones y aprender a lidiar con las emociones ajenas, habla de inteligencia emocional.

Es decir, se puede medir el coeficiente intelectual de una persona, pero también, se puede observar y determinar el grado de madurez y de juicio crítico para discriminar, los riesgos y las conductas riesgosas. La inteligencia social se aprende y se desarrolla a través de la educación, pero también en las relaciones grupal, interpersonal, y en las diferentes actividades socio-culturales, deportivas, políticas, donde el ser humano aprende a lidiar con las demás personas. Leer, escuchar, tropezar, perder, ganar, ceder, sufrir, etc., enseña a crecer, madurar, reflexionar, y sentir la conquista de los propósitos y objetivos de vida.

Lo incomprensible de una persona, son aquellos resultados que esperamos, producto de su inteligencia y su “madurez” y por las vivencias que ha lidiado, aún deja constancia de su inmadurez, de falta de tacto, de sentido común y de pobre capacidad discriminativa, para no seguir “metiendo la pata”, o ahogándose en un vaso de agua o simplemente no saber cómo manejar los estresores psicosociales.

Son de estas circunstancias, que las inteligencias desnudan, y ponen en evidencia a los torpes, los recurrentes en desaprender, y, hasta aquellos(as) que se viven “quemando” en la escuela de la vida. Todos conocemos de personas con buen nivel de inteligencia cognitiva, pero pésimos en habilidades sociales, en el manejo de conflictos, y ni hablar, de lo emocional y lo afectivo. La falta de inteligencia emocional, siempre se manifiesta en reacciones emotivas o explosivas, debido a que lo racional siempre está de vacaciones; los sentimientos y el placer mueven sus reacciones y actitudes, dejando que sean las emociones- que siempre llegan primero- que dirijan el norte de su vida.

Ahora, para complicar más la existencia, nos hablan de una cuarta inteligencia: la espiritual, aquella que nos hace ser amo de nuestro destino, capitán de nuestra vida, y llegar a armonizar el interior con exterior, para descubrir el sentido a la vida, la razón existencial y la conquista del propio ser. Literalmente, en la etapa infanto-adolescente se necesita inteligencia cognitiva y social.

En la adultez, inteligencia social y emocional, pero en la madurez, hay que vivir con la espiritual. Desde Maquiavelo al pragmatismo social defienden que, manejarse con las circunstancias y sintonizar con lo que la gente quiere escuchar es parte de la inteligencia social. Sin embargo, la falta de coherencia, transparencia y el engaño, para alcanzar propósitos habla más de patología en la personalidad que inteligencia. Así de simple, las inteligencias hay que aprender a usarlas.

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