Las primarias abiertas

Las primarias abiertas

Hay más y mejores argumentos favorables a las primarias abiertas de los partidos que para la celebración de primarias cerradas. Antes de las elecciones generales del 2016, la entidad Latino Barómetro publicó los resultados de un estudio encargado por la JCE, según el cual el Registro Electoral dominicano era el mejor de América Latina y figuraba entre los mejores del mundo.
Por ende, la JCE está mejor situada que cualquier partido para técnicamente cumplir el rol de árbitro de los procesos internos de cada organización. Al margen de las consideraciones constitucionales, la historia y los resultados de las convenciones partidarias favorecen la innovación futura de tales procesos.
Las primarias, esto es, el sistema interno para la escogencia de los candidatos presidencial, a senadores, diputados, alcaldes y regidores mediante la competencia entre precandidatos, elegidos fruto del sufragio de sus militantes y delegados, han sido traumáticas para los partidos. Desde que el finado líder doctor José Francisco Peña Gómez las introdujo en la década del 70 como mecanismo electoral del otrora poderoso PRD, la historia ha demostrado la inconsistencia ideológica del liderazgo y las bases para ajustarse y cumplir con un proceso que se suponía legítimo, diáfano y transparente.
El PRD sufrió múltiples escisiones hasta quedar reducido a su pequeñez actual. El viejo Partido Reformista Social Cristiano, de Joaquín Balaguer, ha padecido diversas escisiones grupales y de aquella organización poderosa de los años 70 y 80 literalmente nada queda.
EL PLD ha sobrevivido a sus procesos de primarias no sin antes padecer serias desavenencias, pero la inteligencia de sus líderes ha prevalecido.

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