Las Trampas de la Teoría

Las Trampas de la Teoría

 

Los sentimientos más extraordinarios suceden cuando uno recién entra a la facultad. Un nuevo ambiente hasta entonces desconocido de apertura, libertad, conocimiento y honestidad. Por supuesto, tiene mucho que ver la edad, es decir, la falta de experiencia. Pero no hay manera de aprender sin errores, como es inevitable que las frustraciones endurezcan el corazón. Esa es la vida. No obstante, hay ideas que perduran, inconscientemente, por debajo de las olas del pensamiento de cada día. Como que la vida tiene un propósito. O que el mundo fue hecho para el uso y disfrute del hombre. Que alguien nos vigila en cada momento. O que existe una verdad absoluta y objetiva por encima de perspectivas y opiniones. Una idea más cotidiana y prosaica: que el mercado es un mecanismo objetivo y anónimo de asignación de recursos (escasos) a fines alternativos (bajo un criterio de utilidad).

Una observación que hacen todos los libros de microeconomía (son los que estudian el tema) es que, no obstante dedicar el mayor espacio a la competencia “perfecta”, el mundo real es de competencia “imperfecta”, es decir, dominan los monopolios y los oligopolios. Entonces, ¿por qué hacerlo así? La respuesta es que la competencia perfecta es una base, un referente o situación óptima que sirve para contrastar los demás escenarios. Debe estar en la “caja de herramienta” del economista (dijo, creo, la Sra. Robinson). Algo que he observado en otras ocasiones, como la teoría convencional es “estática” (sucede en un momento en el tiempo, como una fotografía), no tiene argumento para establecer qué sigue a qué, ¿más competencia sigue a menos competencia o el oligopolio sigue a la competencia y el monopolio al anterior? La micro trata la situación de mercado como un “dato” sin establecer o sugerir ninguna dinámica de qué circunstancias llevan de una a otra, de una competencia abierta a otra restringida o, quizás (aunque esto es lo menos probable), a la inversa. Existen argumentos muy poderosos y evidencia abundante que suscriben la tesis de que en el sistema de mercado las fuerzas que conducen a la restricción de la competencia son muy, pero muy fuertes.

Tengo a la mano, ahora, dos libros relativamente recientes sobre el desempeño de la economía mexicana y debo decir que ambos son excelentes. Carlos Elizondo Mayer (Por eso estamos como estamos, 2013) expone que el crecimiento ha sido muy bajo debido al predominio de todo tipo de monopolios (de empresas, de trabajadores, de burócratas: “En una economía basada en el peso político de sus actores, el ingreso no depende fundamentalmente de la productividad y el valor agregado que se generen mediante una decisión libre del mercado… Importa más la capacidad de maniobra política, ya se trate de un empresario que evita la regulación de su sector, un trabajador sindicalizado al servicio del gobierno que presiona por recibir más salario a cambio de menos trabajo, un administrador de empresa pública que no rinde cuentas o un político en la perenne lucha presupuestal por recursos fiscales que no se asignan en función de su rentabilidad social sino de la capacidad de pataleo de los beneficiarios.” P. 171. Jacques Rogozinski (Mitos y mentadas de la economía mexicana) lo ve desde otra perspectiva: Sintetiza su tesis en una cita de Stephen King (Losing control: the emerging threats to western prosperity) “El desarrollo económico del mundo occidental a lo largo de los últimos quinientos años no ha sido el resultado de ganancias de productividad o de la acción solitaria de las fuerzas del mercado. Las naciones occidentales se volvieron más ricas porque fueron capaces de arreglar la economía global para que encajara con sus propios objetivos, utilizando una combinación de poder económico, político y militar.” P. 37

Entonces, ¿competencia o monopolio? Un fanático fundamentalista dirá que más competencia es siempre mejor que menos. Tiene en mente un Óptimo de Pareto (la mejor situación utilitaria posible, dado el nivel de los recursos productivos) a nivel planetario. Un economista práctico dirá que depende: más competencia, ¿para quién? ¿Cuándo? ¿Con qué propósito? ¿A qué plazo? ¿Hasta cuándo? Más competencia (predatoria) puede resultar en el exterminio de los nacionales y el predominio del extranjero. Los países de reciente industrialización en Oriente no alcanzaron el lugar que tienen abrazando el libre mercado a ultranza. Más bien al contrario. ¿Cómo llamar a lo que actualmente acontece en China? ¿Capitalismo competitivo de Estado? ¿Cuál es el propósito que se quiere lograr con la competencia/monopolio? ¿Ganar mercados en el exterior o utilidad para los consumidores domésticos? Y en EUA, que se precia de “liberal”, ¿dónde es que NO anda el gobierno? Al final, depende de lo que quiera una sociedad como conjunto. El lío es que, como nos sucede tan frecuentemente al nivel personal, no sabemos lo que queremos. Entonces no debía sorprender la situación cuando ni siquiera nos hacemos la pregunta.

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