ALERTA. Las trece cosas que más me gustaron de la película La Gunguna

Este comentario lo publiqué en facebook en los primeros días del estreno de La Gunguna, y recoge la impresión que tuve al ver este filme, para mí uno de los mejores de la producción cinematográfica de nuestro país.

Me parece interesante y seductora, profesionalmente bien hecha, aunque está estructurada con las maneras del cine comercial en cuanto a sustentarse fundamentalmente en el suspenso, las peleas por joyas, dinero, con mafias de negocios oscuros e ilegales, asesinatos, juergas y festines. .

Sin embargo, al mismo tiempo, contiene mensajes éticos al denunciar la corrupción en la frontera con el tema del tráfico ilegal de haitianos, los manejos sucios de algunas autoridades y otras críticas sociales.

Tiene excelente guión, actuaciones espectaculares, incuestionable fotografía e iluminación, muy buena edición. Felicito a su director Ernesto Alemany, al guionista Miguel Yarul, al productor Juan Basanta y los actores.

Lo primero que me gustó mucho del filme es lo bien que empalma y narra 5 historias hilvanadas en un cine dinámico, ágil, muy al estilo de la novela moderna de la mejor calidad, y mostrando lo que nos ha enseñado el gran director mexicano Alejandro González Iñárritu en el empalme de distintas historias con raíces sociales comunes y puntos de contacto.

Narraciones paralelas e interactuadas atadas a una historia central:

a) La de la pistolita y su avatar de posesiones, desposesiones y muertes, empezando por ser regalo de Mussolini a Franco y de Franco a Trujillo, y de ahí a una serie de otros delincuentes.

b) Historia del trabajador de la construcción y sus pesares económicos y de pareja.

c) La del guardia de la frontera mezclado a lo mágico-religioso y el tráfico de haitianos y mercancías por dinero.

d) La de los jugadores de billar y traficantes de mujeres ligados al coleccionista de armas en Puerto Rico.

e) La de los chinos y su sangrienta mafia de prestamistas y jugadores asesinos.

Lo segundo que me impresionó es que está, como diría Guillermo Cabrera Infante, escrita y hablada en dominicano, con autenticidad en lenguaje, contexto bandidesco fronterizo, ambientación policial corrupta, tigueraje callejero descarnado, violaciones de tránsito, etc.

Lo tercero que me parece bueno es la mezcla de estilos, que es también admirable: la valentía violenta del western, la pendencia rápida y descarnada de los filmes chinos, los entretejidos y el suspenso de la película policial.

La cuarta nota valiosa es el manejo del humor: hecho como debe hacerse en un largometraje que no es de humor: como un elemento picaresco que es parte intertextual del proceso de la historia, sin querer tener existencia propia ni mostrarle al espectador que quieren que se ría, sino que es algo espontáneo que responde al decurso de lo que va aconteciendo entre los personajes.

El quinto elemento interesante es que cuida excelentemente el enfoque: roza lo político sin dejarse arrastrar a la prédica o el panfletismo, roza lo amoroso sin caer en sentimentalismos ni escenas eróticas innecesarias, cruza por la pobreza sin penas ni denuncias extemporáneas; se centra en su esencia, en lo que es desde su plan inicial: narración de crímenes que retratan de cuerpo completo la podredumbre de nuestra sociedad a través de unas historias que la exponen sin que el espectador sienta que quieren llevarlo a convicción expresa alguna, que es su forma sutil de lograr conmovernos y preocuparnos por nuestro destino.

Un sexto detalle admirable es la existencia de una sola persona buena dentro de un mundo lleno de «malos», casi al estilo El bueno, El Malo y El Feo, en la que toda la gente es mala.

Dentro de esa atmósfera personalista en la que todos buscan cobrarle algo a alguien y salirse con la suya, sin principios éticos ni pudor, dentro de todo eso hay una persona pobre, callejera, sin educación formal, pero con un gran sentido común y buen sentido, el don de la solidaridad con el accidentado, de amor hogareño, de valentía frente al mal, de honestidad: el protagonista Montás, el obrero de la construcción.

Un séptimo elemento fue la muestra de que, cuando son bien dirigidos y los directoresy productores conocen su oficio, nuestros actores dan lo máximo. Quiero destacar cinco actuaciones admirables, en el mismo orden de calidad. La de Gerardo Mercedes –El Cuervo Caramana- quien se identifica de una forma tan honda con su personaje que no podemos olvidar sus gestos, movimientos, rostros en primer plano, palabras, etc.

Nashla Bogaert, quien se hunde en su personaje de “chivirica coqueta y provocadora en el salón de juego”, mostrando gracia expresiva, belleza indiscutible, dinamismo y versatilidad. Patricia Ascuasiatise luce en los impactantes primeros minutos de la cinta, a través con su forma expresiva y convincenteal explicarnos las diversas cualidades de la prodigiosa pistolita La Gunguna.

PankiSaviñón en su rol de Martín el Gago, tigueraso y tramposo jugador de billar, quien, irónico y travieso, da un toque de humor e ironía a su actuación. Teo Terrero, quien realiza de forma destacada, al comienzo, su papel de guardia de la frontera y, y luego como engañado y derrotado jugador de billar.

La octava característica relevante es la armazón de sus locaciones, donde no se nota nada artificioso, sino que nos sentimos en esos ambientes, seducidos por el realismo y naturalidad de cada escenario, de cada lugar en que se mueven los actores.

Una novena cualidad a destacar es algo que desde hace mucho he sostenido: que nuestros directores de cine no deben querer serlo todo, sino que han de acudir a la literatura dominicana, que tiene tantos textos dignos de llevarse al cine. Que Alemany buscara un cuento de Yarul para la película es una nota indicativa de que tiene criterio profesional como para entender los distintos roles que conlleva un arte tan colectivo como el cine.

La décima nota destacada es su música, excelente interpretación sonora de lo visual que uno no la siente como elemento en sí mismo sino integrada armoniosa y funcionalmente al conjunto. Con aires modernos, ciertos toques de jazz tropical y por momentos con la suavidad melodiosa de la bachata y los toques rítmicos, aunque sutiles, del merengue.

Un décimoprimer elemento: la condición de drama de acción impactante y facturado con tal fuerza que seduce a cualquier público del mundo. Nos demuestra así que podemos hacer gran cine obviando esas comedias tan malas que se han hecho hasta ahora en el país.

Una décimosegunda cualidad es que las historias quedan abiertas para ser continuadas, por lo cual podemos esperar una segunda Gunguna o La Gunguna II, ya que su final abierto lo permite.

La decimotercera característica valiosa es la frase encantadora y llena de esperanza dentro de nuestro mar de males con que Montás termina la cinta, al responderle a su esposa: «La luz se va, pero siempre vuelve». Es decir, no podemos perder la confianza en nosotros, pues nos hundimos pero nos levantamos, pues como dice nuestro grandioso Himno Nacional: «…que si fuere mil veces esclava, otras tantas ser libre sabrá».

Finalmente, expreso mi alegría por el camino que lleva el cine dominicano, que es cada vez de mayor profesionalidad, reconocida ya en premios internacionales, cada vez de mayor cantidad y calidad.