Legisladores a sus zapatos

Legisladores a sus zapatos

Millizen Uribe

En el país donde, por precariedades económicas, en su principal hospital infantil murieron 262 niños los fines de semanas de enero a septiembre, los diputados gastaron RD$14 millones en habichuelas con dulce, 177 en electrodomésticos para madres y planean dilapidar 82 para canastas navideñas.

Un estudio del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES) señala que el Congreso Nacional dominicano es uno de los más costosos de Centroamérica y el Caribe, incluyendo economías grandes como Brasil o México.

En otra escena de la sociedad del espectáculo, la Cámara de Diputados renunció a RD$114 millones del barrilito, pero en realidad este fondo asciende a RD$665 millones que se derrochan en asistencialismo para labrar imágenes políticas personales, no leyes precedentes políticas públicas, como corresponde al Congreso.

John Locke, pensador inglés, atribuye al poder legislativo el poder supremo por su carácter asambleario, pero debe responder a la confianza puesta en él. Sin embargo, con el poder legislativo dominicano estamos, salvo poquísimas excepciones, ante legisladores que no cumplen su función básica de representar al pueblo y legislar a su favor y se embarcan entonces en prácticas politiqueras.

Como resultado, hay duplicidad de funciones debido a que ya el Estado dominicano cuenta con instituciones para la asistencia social y la función legislativa presenta un déficit social al no sentirse los ciudadanos representados y los mismos legisladores reconocer aprueban leyes y contratos sin leerlos.

El Latinobarómetro 2010 muestra que la confianza en el Congreso dominicano es poca y una de las más bajas de la región, algo entendible al valorar informes como uno del periódico HOY que da cuenta de que del 2006 al 2010, los senadores manejaron vía barrilito RD$919.6 millones, aparte de los RD$428.5 que el pueblo dominicano, que no se siente representado, les pagó para sueldo básico, gastos de representación, viáticos, dieta por sesión y reunión de comisión, empleados de oficinas senatoriales y exoneraciones para importar vehículos.

¿Cómo una clase política es capaz de convivir con tantos privilegios y derroche mientras, por ejemplo, el sistema de salud está colapsado y el 40% de la población es pobre? ¿Dónde está la sensatez?

Duarte decía que la política es una de las ciencias más puras y dignas. ¿Qué pasa entonces en República Dominicana? ¿Dónde radica la pureza, dignidad y nobleza del ejercicio político?

Sé que pido peras al olmo, pero los legisladores dominicanos deben abandonar el asistencialismo y dedicarse a un ejercicio político que tenga como centro la formulación de leyes que propicien políticas públicas orientadas al bienestar del pueblo que paga su costoso nivel de vida, a cuyos privilegios deberían renunciar. Porque hasta ahora, lejos de principios legislativos, en el Congreso lo único que reina es aquello de que a lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta.

 

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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