¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Espacios verdes invitan al descanso: árboles frondosos y altos, a veces florecidos o cargados de frutos, esparcen sus aromas y protegen del sol y del calor a los transeúntes en las ciudades de Belo Horizonte y Brasilia, cuyos habitantes son amantes de la naturaleza capaces de abrazarse a un árbol varios días para impedir que las autoridades municipales lo corten.
Son ciudades distintas, pero iguales en la manera de ser de sus gentes. Prodigan amabilidad y cortesía a toda persona. Saludar a quien se encuentran en el camino es una agradable costumbre, los dependientes de los comercios y los empleados de las oficinas de servicios públicos atienden a los usuarios demostrándoles su disposición de servirles y dejarlos satisfechos.
Belo Horizonte pertenece al Estado de Mina Gerais, situado en la región Central de Brasil, tiene más de 3 millones de habitantes, reflejo de la diversidad étnica y cultural de las poblaciones que lo habitan. Está rodeada de montañas que ofrecen un impresionante paisaje al visitante.
Parece raro, en estas ciudades la Navidad se vive diferente, no hay una profusión publicitaria induciendo a comprar y gastar hasta el último centavo. Esto no quiere decir que no haya anuncios alusivos a las fiestas y ofertas comerciales, lo que se nota es que la publicidad no está orientada a inducir al consumismo sin control ni sigue los patrones de la publicidad y el marketing norteamericano.
Para Navidad muchas familias ponen el árbol adornándolo con globos de telas de vistosos colores o con figuras de Papá Noel o de cualquier otro motivo alusivo a la fecha. La mayoría no llevan luces como se acostumbra en la República Dominicana y en Norteamérica. En Brasil la “Natal” sigue mayormente la corriente europea, sin los oropeles y el sentido consumista predominante en algunos países latinoamericanos y caribeños.
En Brasilia las grandes plazas y tiendas comerciales despliegan una propaganda publicitaria grandilocuente para Navidad, sin embargo, fuera de esos ambientes la gente sigue normalmente su vida. Algo notorio es que el árbol de Navidad no es pieza esencial de la celebración de la Navidad. Las familias cenan juntas, viajan a otros pueblos a reunirse con familiares que viven otros estados, intercambian obsequios y entregan los regalos, incluso con la presencia de un “Papá Noel”.
En ambas ciudades hay empresas que organizan espectáculos para Navidad y Año Nuevo, muy al estilo latinoamericano y caribeño: bailes, conciertos al aire libre, fiestas en hoteles y clubes con programas que incluyen cena, bebidas, picaderas, rifas y concursos que pretenden que los asistentes la pasen bien.
Brasilia fue inaugurada en el año 1960. Planificada como un modelo de convivencia moderno bajo la rectoría del arquitecto Oscar Niemeyer y un equipo multidisciplinario de las ramas relacionadas con la sociabilidad de las personas. Su diseño parte de la forma de un avión cuyas alas son los barrios de la ciudad, un casco urbano donde se agrupan todas oficinas administrativas que es la cabina o Plaza de los Tres Poderes, llamada así por alojar las tres ramas del Gobierno federal.
El año 2018 genera grandes expectativas en un país sacudido por convulsiones políticas relacionadas con la corrupción, un golpe de Estado que desplazó de la presidencia a Dilma Rousseff e instaló a un Presidente impopular que en apenas días desmontó conquistas y anuló avances conquistados por el pueblo brasileño a través de décadas de lucha.
Esperamos que Brasil, República Dominicana y todo el planeta alcancen la plena justicia en 2018 y que sus pobladores encuentren la felicidad, la paz y el progreso.

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