Libertad de expresión sí, pero….

Libertad de expresión sí, pero….

El execrable acto terrorista contra el periódico satírico francés Charlie Hebdo, cometido en nombre de una aberrante interpretación de una fe religiosa que le costó la vida a tres de sus principales periodistas de ese medio y a su guardián, de origen árabe, merece una firme condena. Pero al hacerla, debemos reflexionar sobre las razones básicas por lo cual se producen acciones de esa naturaleza y si esas razones no motivarían otro acto igualmente abominable en cualquier momento y lugar.

Es cierto, en gran medida ese acto terrorista tipifica como uno de los tantos atentados a la libertad de expresión, una intolerable manifestación de intolerancia, propia de los pertenecientes a la secta que reivindica la ejecución del hecho. Los seguidores del credo de esa secta, la cual poco tiene que ver con la esencia del islamismo, son reiterativos en expresiones y hechos que riñen contra valores irrenunciables de la convivencia pacífica entre personas de diversos credos, etnias, condición social o de preferencia sexual.

También es cierto y comprensible, que cuando se condenan hechos que revisten características como el referido, tendemos a hacerlo con justificada pasión y energía que difícilmente dan cabida a los matices. Sin embargo, en este y en cualquier caso de intolerable intolerancia es necesario reflexionar sobre las causas últimas que los provocan para reducir a la más mínima expresión una futura ocurrencia de hechos que como ése y como otros que igualmente se cometen en nombre de fe o de causas políticas.

La sátira constituye una forma generalmente admitida y admisible de burla a los poderes políticos y religiosos, vale decir: a la política y al poder de determinados dignatarios religiosos y de iglesias. Es la forma de provocar la risa que condena lo absurdo de esos poderes y de esos poderosos. Independientemente de la intención, la sátira, no teja de llevar un mensaje que enseña, crea conciencia positiva o negativa sobre el objeto, persona o grupo de personas satirizadas.

En sus diversas expresiones: en el teatro, el cine, en caricaturas, oral etc., la sátira no se limita a la burla contra el poder, sino que es frecuentemente usada negativamente para propagar prejuicios contra determinados grupos étnicos: negros, judíos, musulmanes, chinos, haitianos…, las mujeres y contra diversas formas de homosexualidad. He aquí cuando debe plantearse si la libre expresión y difusión del pensamiento deba ejercerse sin límite alguno.

Plantearnos, si no constituyen un atentado contra los derechos humanos las sátiras xenófobas, racistas, homofóbicas y sexistas, frecuentemente practicadas por determinados medios para difundir sus concepciones ideológica/políticas y para ampliar su radio de lectores No afirmo que sea el caso del medio y sus comunicadores vilmente asesinados, pero sí el de varios medios en diversos países, incluyendo el nuestro.

Persistirá el peligro de nuevos atentados terroristas mientras persista la violencia, acoso y exclusión contra determinadas minorías. Persistirá ese peligro en la Francia de la Ilustración: madre de la libertad, la democracia y socialismo, mientras, paradójicamente, allí siga creciendo un partido xenófobo y racista, actualmente el partido mayor votado en ese país y de los más votados en todo Occidente. Otra expresión de barbarie, otra amenaza a la libertad de expresión….

 

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