Librémonos de Hipólito Mejía

Librémonos de Hipólito Mejía

Ubi Rivas.

En un país insólito como el nuestro, conforme postulaba a diario Manuel Arturo Peña Batlle, o de viceversas, aseguraba Félix María Del Monte, el primero, el más encumbrado internacionalista producido en RD, el segundo, una de las luminarias del pensamiento de la Primera República, solo pudo ser presidente de la República el agrónomo Hipólito Mejía.
Incongruente, errático, dual, impredecible, con una ramplona base estructural del conocimiento del Estado, Hipólito Mejía se decantó pronosticando que será el próximo presidente de la República, por segunda vez, y por tercer intento, en las presidenciales del 2020.
En el encuentro del diario El Caribe del 14 de este mes, Hipólito Mejía, dicharachero, hiperquinético, impredecible, epidérmico, por ignorar el manejo del Estado en sus troncales referencias, pronosticó no solo su aspiración a la “ñoña”, sino que ordenó a Yanessi Espinal, redactora de El Caribe:
“Escriba con mayúscula ahí: Voy a ser el próximo presidente del país y voy a ganar abrumadoramente la convención, para ser categórico y entrar sin adornarla”, sentenció con la emotividad epidérmica y campechana que le caracteriza.
Así decía Fello Suberví.
A lo largo del trayecto de la comparecencia, Hipólito no abundó las estrategias de cómo superar los retos más sentidos de los dominicanos, delincuencia, feminicidios, aborto, control desbocada deuda externa, tránsito vehicular, drama agropecuario, déficit viviendas, reducción pobreza y potencializar exportaciones.
Cuando compareció al final de la contienda electoral 2016 a un panel y Juan Bolívar Díaz le preguntó cómo resolver el problema eléctrico, respondió, no sé, pero lo superaré.
Ese es el rasero del inmanejo del Estado, retos y soluciones que define a Hipólito Mejía, un agrónomo del Politécnico Loyola de San Cristóbal, como un redomado supino, del que debemos librarnos.

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