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Libro de Angelita es
considerado  fallido

<P><STRONG>Libros</STRONG><BR>Libro de Angelita es <BR>considerado  fallido</P>

Recibí el libro en obsequio, y de inmediato me apresuré a leerlo. Soy un estudioso de todos los aspectos de la Era de Trujillo y no iba a desperdiciar la oportunidad de conocer la opinión memoriosa de la hija del tirano en torno a la dictadura de su padre. Ese es un hecho intrasferible, que ningún intelectual que se respete puede obviar.

Acabo de concluir su lectura, con inmenso desgano y prácticamente por la disciplina que he forjado durante muchos años para leer textos que no me complacen, pero cuya lectura debo completar para forjarme una idea cabal de la exposición. En nuestro país, abundan los opinadores en torno a libros que nunca han leído, y que si acaso abordaron alguna vez, lo abandonaron prontamente. Así no. Para yo hablar del libro de Angelita, con propiedad y certeza, debo abordarlo completamente, pues una reseña periodística, por más profesional que sea su diseño, no me asegura la calidad o no de una obra escrita, cualquiera que esta sea.

Por esta razón, porque me he leído el libro en referencia de la autoría de Angelita Trujillo, es que puedo hablar con absoluta propiedad sobre el tema.

Se trata de un libro fallido.  Desde el punto de vista formal, está muy mal escrito, sin corregir, los signos de puntuación y la sintaxis no se presentaron jamás al texto. Las divisiones por capítulos constituyen un verdadero desastre desde el punto de vista cronológico y de hilación en la escritura.

Es un libro desinflado. Ya por ahí se va haciendo difícil su lectura.

Con respecto al contenido, la cuestión alcanza características dolorosas. El libro es un compendio alegre y descuidado de los textos producidos durante la Era de Trujillo, pagados por el tirano, donde se exalta su ejercicio administrativo durante los tres decenios de la dictadura. Allí están citados fundamentalmente los libros de la Colección Trujillo, y otros que todos los estudiosos conocen, y cuyo destino fue alabar al “Perínclito” y otorgarle una categoría excepcional en la historia dominicana. Además, ella reseña sus discursos como obra del pensamiento de su padre, discursos que escribieron sus colaboradores intelectuales.

Hay citas muy específicas de textos de periodistas y escritores de nuestros tiempos, colocados allí de una forma malsana para intentar justificar que durante la Era se vivió mejor que ahora. Desde este punto de vista, el libro no posee ningún valor, puesto que la hija del dictador se vale de manera casi exclusiva de los textos que escribieron los alabarderos de su padre, en plena tiranía, toda una bibliografía que estuvo destinada a mover constantemente la propaganda trujillista.

A este desaguisado memorioso se añade la infamia, el denuesto, el intento de echar lodo sobre reputaciones heroicas, la insidia y el afán insistente, desde las primeras páginas del libro, de recordar la labor de los que sirvieron a la dictadura, y de integrar al lodazal de la Era a figuras que jugaron roles fundamentales en la conclusión de aquel terrible estado de cosas. Decir, por ejemplo, que Ramfis tenía vocación democrática, que aspiraba a democratizar el país, o justificar la matanza del 37 de una forma tan descarada, es abrevar en un estercolero memorioso, sin categoría alguna.

En este orden, pues, considero el libro de la hija del dictador  -repito- como un libro fallido, en su estructura y en su contenido, falseador de la realidad, y destinado a crear dudas y animadversiones en el cuerpo nacional, no sabemos con cuáles fines.

Como Ministro de Cultura no puedo oponerme a su venta, porque no tiene sentido entonces defender la libre circulación de las ideas en un estado democrático, y la importancia del libro como fuente de conocimiento. Es el lector el que debe mostrar su rechazo a cualquier tipo de libro, basado en la mentira. Es el lector el que debe decidir sobre el destino que debe dar a un libro fallido.

Ahora bien, la actitud de los familiares y descendientes de las víctimas de la dictadura, y la postura de las Federaciones Patrióticas contra el libro, tiene todo nuestro respaldo. Hay que saber lo que sufrió la familia De la Maza, que perdió a todos sus hijos; el sacrificio heroico de las Mirabal; la lucha contra los desmanes del trujillato y sus adláteres de tantas familias, con las que el país democrático tiene una deuda eterna.

Hay que respetar la memoria de los héroes de la lucha antitrujillista y de los que tuvieron el valor de cercenar la tiranía para dar paso a la democracia que vivimos, imperfecta tal vez, pero con toda seguridad ajena a los años de oprobio, de miedo, de terror, de poder omnímodo y de exhibición de riquezas en medio de la enorme pobreza nacional, como aquel vanidoso ropaje que llevara Angelita como Reina de la llamada Feria de la Paz, confeccionado por las hermanas Fontana, en Roma, guarnecida con rubíes, diamantes y perlas, adornado con 45 metros de armiño ruso, con una cola de 22 metros de largo, una corona emuladora de la que llevaba en las ceremonias oficiales la Reina Isabel de Inglaterra y un cetro de oro. Admitamos que Angelita tiene razón al decir que aquellos tiempos fueron mejores, obviamente para ella y su familia.

Quien se lea este libro se llevará un fiasco tremendo. Que no quepan dudas. La alharaca ocurrida alrededor del libro, no nos debe desviar de la cuestión fundamental: la Era de Trujillo fue una época oprobiosa, donde imperó el caos y la voz de mando de un solo hombre, con todas sus funestas consecuencias. Y para esa época no debe existir nunca ni un gramo de elogio ni una pizca de simpatía. No perdamos más el tiempo en esto, que hay muchas tareas pendientes por atender.

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