Lo que advertí en esta columna hace 14 años

Lo que advertí en esta columna hace 14 años

Teófilo Quico Tabar

Cuando en ese tiempo se hablaba de reformas, advertí lo que sigue a continuación: Los dominicanos vivimos en una sociedad en la que se están creando tantos hilos de intereses entre los distintos grupos y sectores que protagonizan las diferentes actividades, hasta crear una telaraña que la cubre, ata y condiciona. De forma tal, que cuando se toque uno de ellos, los efectos se sienten en los otros. Esto conduce hacia una sociedad atrapada hasta la médula, cuyas consecuencias todavía muchos no son capaces de vislumbrar a corto y mediano plazo.
Si esos hilos continúan entrelazándose y fortaleciéndose, bajo el manto de la impunidad, y dentro del esquema de una sociedad más “avanzada”, permeando el comportamiento de la gran capa social, será mucho más preocupante y peligroso. Porque ya no se estará dando solo en las cúpulas sociales. Sino que influirá y empujará al resto de la sociedad, y se convertirá en una calamidad solo curable con una hecatombe.
Pero esto no se refiere exclusivamente a lo político, sino a todos los niveles. Económico, educativo, financiero, artístico, deportivo, informativo, e incluso en áreas que deberían dedicar más tiempo a lo trascendental y espiritual. Pero hoy, en un mundo globalizado, barnizado y retocado, le dedican más tiempo a lo que no es de su incumbencia primaria.
Producto de ese condicionamiento, hay sectores y temas que no se tocan. Porque sus reflejos condicionantes afectarían o golpearían, política o económicamente, directa o indirectamente a sus allegados.
Con frecuencia se ofrecen excusas o explicaciones, la mayoría, carentes de fundamentos lógicos, para justificar acciones o inconductas. Nos han estado conduciendo a una sociedad donde no se sabrá lo que es verdad completa o mentira disfrazada. Porque hay quienes pagan para hablar, y quienes pagan para callar.
Por eso casi nadie habla de los conflictos de intereses que corroen y destruyen los principios éticos y morales de la sociedad. Se producen, tanto en lo privado como en lo público. Constituyen la gran lacra de la sociedad. El verdadero flagelo. El principio y fin de la corrupción. Pero difícil de combatir en una sociedad condicionada.
Demasiado difícil para los gobiernos, los sectores ligados a la política, la actividad empresarial, comercial y muchas otras áreas importantes, incluso hasta para organizaciones de orden espiritual o religiosas, sin que se afecten algunos de los hilos que como telaraña se entrelazan y condicionan la sociedad.
Si de verdad aspiramos a una sociedad mejor. Si deseamos combatir los males que impiden su crecimiento sano y armónico. Si creemos que hay que cambiar las cosas que nos conducen al deterioro moral. Si se entiende que la corrupción es el gran causante de los males que nos afectan. Si aspiramos a una sociedad creíble, no deberíamos continuar hablando de reformas de ningún tipo, sin antes establecer códigos de conductas y mecanismos legales que, de manera clara, definida y contundente, eviten y castiguen rigurosamente los conflictos de intereses, en todas las áreas. Cuando lo advertí hace 14 años, algunos “entusiasmados” me consideraron radical y negativo.

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