“Lo que importa es creer en uno mismo, por eso estoy en esto”

“Lo que importa es creer en uno mismo, por eso estoy en esto”

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Burende, La Vega.-La destreza y la creatividad que condujeron a Odanis Valdez Polonia a dar forma artística a desechos de madera y convertirlos en accesorios lo han llevado de ser ayudante en un taller de ebanistería al más grande escenario de la moda dominicana y a mostrar sus piezas en ferias turísticas desarrolladas en países como Berlín, Madrid, Francia e Israel.

Sus accesorios han sido solicitados por diseñadores como la reconocida venezolana Carolina Herrera así como por los afamados locales Gutiérrez & Marcano, Geanina Azar, Carlos de Moya, José Jhan y Ana Thomén, entre otros. Además por figuras como la actriz Zoé Saldaña y las dominicanas Larissa Salcedo, Tania Báez, Tita Hasbún, Milagros Germán, Pamela Sued y muchas más.

Todo inició con el impulso de su madre, cuando Odanis, de 31 años, solo tenía 12 y estudiaba en la escuela.

Debido a las condiciones económicas de su familia, su madre necesitaba que produjera algo de dinero para el hogar y eso lo llevó a trabajar en el taller de ebanistería de una tienda.

“Entré como ayudante de ebanista en Muebles Monegro. Me pagaban alrededor de RD$75 semanal. De la mano llevaba los estudios y en el medio tiempo iba y trabajaba”, recuerda.

Ahí inició su contacto con la madera y con el arte de convertir un tronco en una pieza artística.

“Un día me puse a pensar en alguna manera de utilizar los desperdicios porque me daba mucha pena que los quemaran y ahí me surgió la idea de hacer unas pulseritas de goma con una plaquita de madera”, narra.

Dice que las primeras las llevó a una tienda donde sintió la primera gran satisfacción porque las dejó a consignación y a la semana habían vendido seis.

“Eso es una alegría tremenda, que alguien quiera pagar por algo que fue tu idea, que tú creaste”, señaló. Esa primera venta lo llevó a ir haciendo, discretamente, una cantidad de pulseritas que pudiera colocar en las tiendas que las aceptaran, logrando juntar unas 200 que llevó a Santiago y luego a Santo Domingo.

En ese proceso realizó algunas piezas en madera sólida, luego de que una amiga le pidió que le diseñara una. “Yo iba a las tiendas con mi mochila. Aquí en Santo Domingo estaba de moda la plaza Acrópolis y yo iba por las tiendas, a veces me rechazaban porque me veían así con mi mochilita pero en otras me tomaban algunas.

Fui a Plaza Central y a Bella Vista Mall también”, recuerda.

Dice que su punto de partida a nivel comercial lo tuvo con la Joyería Michel, donde quedaron encantados con sus piezas y le abrieron las puertas a un público selecto que lo ha conducido hacia donde se ha logrado colocar.

A importantes escenarios. Todo ese proceso lo llevó a la par de su carrera de Administración Turística y Hotelera, que cursó en la Universidad Utesa luego de concluir su bachillerato inmerso en su trabajo.

“Yo nunca pensé en la ebanistería para vivir”, expresa el joven en el tono pausado que le caracteriza.

Explicó que una de las joyerías que vendían sus productos los llevó a las primeras versiones de Dominicana Moda con buena acogida y luego el decidió ir a la versión del año 2009.

Fue ahí donde se codeó con los talentos de la moda local y de donde salieron los contactos para participar en su primera feria turística, organizada por el Ministerio de Turismo en Madrid.

Entiende que valió mucho el tratar de ser diferente y de imponer un estilo que llamara la atención y ser humilde con las personas que se acercaban.

“Tú te sientes alegre, contento de que tu esfuerzo ha valido y seguirá valiendo la pena. Ves que hay cosas que se van conectando”, expresó Odanis.

De su primera feria en Madrid recuerda que aprovechó para visitar algunas tiendas y logró vender parte de sus piezas en una ubicada en La Gran Vía y dejó algunas a consignación, sin conocer a nadie allí.

“Es algo muy chistoso, mi credibilidad en las personas. Si me engañan, amén, pero son de las cosas que digo que si no me arriesgo nunca voy a tener las posibilidades. En este momento yo soy el necesitado, yo soy el que quiero llegar y si a mí no me están buscando yo no puedo poner condiciones y realmente lo que estoy dejando es mi trabajo”, expresó.

Dijo que al regresar a otra feria recogió las piezas que quedaron y el dinero de la venta y, en ese viaje, una comerciante italiana también le hizo una buena compra.
“No se qué es lo difícil”. Para Odanis la palabra difícil no tiene el sentido que le da la mayoría porque entiende que todo cuanto se hace lleva un proceso y el asunto es tener paciencia.

“En todo lo que se hace hay dificultades y las dificultades en el momento las he visto como un espacio, una oportunidad para no volver a caer en errores o para cambiar. Hay que arriesgarse y seguir trabajando. También hay que ser optimista, si yo estoy en esto y mañana tengo que dejarlo pues lo dejo”, dice el joven convencido.

A la mueblería fina. Consciente de que la moda, moda es, Odanis también ha volcado su talento a la fabricación de muebles con detalles y diseños exclusivos, sin dejar de lado la línea de accesorios.

Se ha destacado por utilizar formas y cortes en madera no convencionales, con el propósito de imprimir su sello distintivo.

Con ese concepto pasó a diseñar y fabricar muebles para la mueblería donde se inició como ayudante, con piezas muy demandadas como el uso de pequeños troncos en comedores, credenzas, camas y muebles.

“Empecé con unas camitas, las primeras las compró un cliente de Cap Cana y así inicié”, explicó.

Hoy sus creaciones engalanan espacios de exquisitas y lujosas decoraciones, sobre todo en las zonas hoteleras. Agradece con humildad el apoyo del señor Ramón Monegro, propietario de la mueblería que le dio la oportunidad de empezar, porque de ahí partió lo que hoy ha logrado.

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Dando el paso

Como todo emprendedor a Odanis Valdez le costó desprenderse del trabajo fijo de la mueblería, de donde partió en conocimientos y desarrollo, para iniciar por sus propios medios. Según cuenta fue un proceso que requirió de mucho análisis pero un día se detuvo y pensó que si fracasaba no le iba a faltar ni comida ni un techo porque agradece a Dios que eso lo tiene en su casa materna donde aún vive con sus padres, María Mercedes Polonia y Adolfo Valdez. Lo que tenía claro es que no volvería a ser empleado.

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