Cierta discusión alcanzada a ver en el ciberespacio, a propósito de fallecer la cantante Mercedes Sosa, me ha hecho recordar el asombro que hace muchas décadas me causó descubrir que Neruda, el mismo dulce poeta del amor y la canción desesperada, produjo también loas a Stalin, el sanguinario dictador soviético.
Recordé la náusea que sentí al leer en su Canto General estos versos: Unión Soviética, si juntáramos /toda la sangre derramada en tu lucha,/ todo lo que diste como una madre al mundo/ para que la libertad agonizante viviera,/ tendríamos un nuevo océano/ grande como ninguno.
Por su ardorosa defensor del régimen soviético, en 1953 Neruda recibió el Premio Stalin de la Paz, tres años después de publicar su Canto General, donde versificó: Stalin alza, limpia, construye, fortifica / preserva, mira, protege, alimenta, / pero también castiga. / Y esto es cuanto quería deciros, camaradas: / hace falta el castigo. En la prensa occidental ya se conocían las terribles purgas genocidas de Stalin y la apología de Neruda lucía incomprensible, aunque su popularidad entre las izquierdas latinoamericanas parecía crecer sin límite.
Hoy que los muchachos sólo conocen a la URSS como tema histórico quizás es difícil entender el efecto de las pasiones políticas en la literatura y el arte.
El erudito Dagobert D. Runes, en el prólogo de su Treasury of World Literature, opina, al referirse al valor de las obras literarias: Las apologías de Nerón son tan dolorosas al oído como aquellas fabricadas para la reina de Inglaterra o para el camarada Stalin.
Quienes amamos la poesía a veces no comprendemos esa calidad dual, esa duplicidad o ambivalencia, de Neruda, asunto que ha retornado a darme vueltas entre el caco al leer tantas reflexiones de sus camaradas y antagonistas ante el tránsito de La Negra Sosa a sus 74 años ¿Cómo salían de la misma pluma estalinista de Neruda versos como estos de su Oda al Gato?: El hombre quiere ser pescado y pájaro,/ la serpiente quisiera tener alas,/ el perro es un león desorientado,/ el ingeniero quiere ser poeta,/ la mosca estudia para golondrina,/ el poeta trata de imitar la mosca,/ pero el gato/ quiere ser sólo gato/ y todo gato es gato/ desde bigote a cola,/ desde presentimiento a rata viva,/ desde la noche hasta sus ojos de oro.
Esto pensé al morirse Mercedes Sosa.