Los arquitectos de la elección

Los arquitectos de la elección

El Nobel de Economía 2017 fue otorgado a Richard Thaler “por sus aportes a la economía del comportamiento”, específicamente, “por haber explorado las consecuencias de la ‘racionalidad limitada’ y la falta de auto-control en el comportamiento económico” .
En sus estudios verifica la tendencia a permanecer en situaciones de ‘default’o en la opción pre-establecida (se tiende a conservar el tono que trae el teléfono, o eligir la inversión o color de mueble primero presentado), por lo que postula que se parte de una premisa falsa al diseñar políticas pensando en el racional e informado ‘homo oeconomicus’, ya que la mayoría se comporta como influenciables seres emocionales.
Esto se debe a que las personas tienden a tomar buenas decisiones si tienen experiencia, información y resultados rápidos (sabor del helado) pero no si se requiere analizar escenarios complejos con resultados a mas largo plazo(medicinas, pensiones), un hecho que puede ser aprovechado con propósitos incorrectos.
Años antes, J.L. Alemán cuestionaba la autenticidad del hombre lógico: “La racionalidad puramente económica de la toma de decisiones ha sido cuestionada con evidente realismo por Maslov (1954) un psicólogo que encontró en sus investigaciones sobre necesidades humanas una quíntuple jerarquía” entre los cuales se encuentra el sentido de pertenencia, la autoestima y la construcción de valores morales.
Con relación a las políticas públicas basadas en el supuesto hombre racional dijo: “Sachs, campeón de la transición ‘shock’ en Rusia, creía, sin saber ruso ni conocer su historia ni su derecho, que la eficiencia del «homo oeconomicus» y la eliminación del poder estatal sobre la economía bastaban para garantizar el triunfo económico del mercado. Pero hasta Bhagwati, el líder ideológico de las ventajas del libre comercio, sabía muy bien que concretos derechos de propiedad sobre qué y cómo ejercerlos eran insuficientes.”
Thaler define como ‘arquitectos de la elección’ a personas éticas quienes ejercerían una forma de ‘paternalismo libertario’ permitiendo a los agentes económicos elegir, pero facilitando las opciones consideradas como más beneficiosas al elector o al bien común; y no la más simple o mas rentable.
Esta evaluación del bien mayor (asumir que todo fallecido accederá a donar sus órganos) nunca es neutra. Thaler pregunta ¿Cómo conocer el mejor interés del consumidor si por definición es influenciable?
Tal vez un texto del Padre Alemán ayudaría: “Nuestra sociedad vive todavía los primeros tiempos de apasionada convivencia con el consumo y por eso presiona al Gobierno a mantener un ritmo de crecimiento compatible con el deseo de mejorar y se resiste a impuestos que disminuyan su ingreso disponible.” Este dilema obliga a reflexionar sobre el rol interactivo de los ciudadanos y el Estado y las condiciones pre-establecidas que se plantean mutuamente.

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