Los dominicanos no somos xenófobos, ni racistas

Los dominicanos no somos xenófobos, ni racistas

Los dominicanos no somos xenófobos, no somos racistas; esas etiquetas han sido levantadas por un minúsculo sector que con ello pretende silenciar las voces de un pueblo consciente de que la masiva invasión de indocumentados está provocando daños sociales y económicos al país, y pasajes del Sermón de las Siete Palabras representa la expresión de una parte de la jerarquía Católica comprometida con ese sector.
“Es necesaria y urgente la conversión de tantas personas que aferradas a un patriotismo barato se encarnizan contra inmigrantes, que aunque con cultura diferente a la nuestra, no dejan de ser personas y, por tanto, merecen respeto” (Segunda Palabra). Lo primero que no hay patriotismo barato, o se es patriota o se es anti-patriota. No se está encarnizando en contra de los haitianos, simplemente preocupa a las mayorías el impacto negativo de esa inmigración masiva. Es cierto que Jesús predicó a favor de recibir al forastero y tratarlo bien en tu tierra, pero eso no significa recibir una masa de extranjeros que represente un peligro para la nación (invito a leer el artículo del Diácono D. Darío Vargas en el Listín Diario del 6 de abril, titulado “En verdad y fe por la Soberanía”).
“Hay un grupo de malos dominicanos y dominicanas fomentando xenofobia con los vecinos haitianos; es verdad que no podemos recibir a todos los ilegales haitianos que cruzan la frontera, pero no se puede tratar de incentivar en los más ignorantes un nacionalismo rancio y barato…..” (Tercera Palabra). Es lamentable que en boca de sacerdotes se recurran a argumentos tan débiles que necesitan acudir a epítetos como barato y rancio. Por lo menos este reconoce que no podemos recibir a todos los ilegales haitianos que crucen la frontera, aunque parece la posición de ese sector de nuestra Iglesia Católica es que los que logren llegar, se queden y se les otorgue la nacionalida d.
Una gran mayoría de los dominicanos (no un grupo de malos dominicanos) está consciente del peligro que representa esa inmigración masiva y lo muestran las encuestas, las mismas encuestas que ciertos periodistas identificados con las causas anti-nacionales les encanta citar cuando les conviene a sus intereses políticos, pero ahora obvian mencionar los resultados de las prestigiosas firmas Gallup y Asisa.
Gallup en su investigación revela que el 70% de la población califica de negativo el trabajo de militares en la frontera, 81% de los electores favorece que el Gobierno prohíba el ingreso de más haitianos al país y 53% es partidario de que los extranjeros indocumentados sean sacados del país (cito textualmente al periódico Hoy del 22 de marzo).
La firma encuestadora Asisa, en sus resultados de la pasada semana, mostró que 81% considera perjudicial la inmigración haitiana y 68.3% considera que son poco o nada efectivas las medidas anunciadas por el Presidente para controlar la inmigración.
Bien lo expresó el Obispo Emérito de Santiago, Mon. Ramón de la Rosa y Carpio, cuando destacó que la posición oficial de la Iglesia Católica la representa la Conferencia del Episcopado que se expresa a través de las cartas pastorales, mensajes y comunicados. Como no hay acuerdo entre todos los obispos no han podido plasmar una posición oficial sobre el tema migratorio.
La mayoría de los dominicanos, incluyendo la feligresía Católica, rechazan la posición de un sector representado por el Arzobispo Metropolitano que cuando fue Obispo de San Pedro de Macorís protegió al sacerdote Cristopher Hartling, que tanto calumnio la República por el tema migratorio, hasta que sus superiores debieron sacarlo del país y posteriormente el mismo Obispo revelo en una comunicación las irregularidades cometidas por este extranjero.
El país está empoderado del tema y lo estamos los que defendemos la obra de gobierno del presidente Danilo Medina, que reconocemos en su discurso del 27 de Febrero la genuina preocupación por la inmigración ilegal y el inicio de medidas que deberán ser complementadas con otras en el campo laboral y en la propia frontera, porque lo cierto es que los haitianos siguen entrando masivamente.

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