El Presidente Danilo Medina agota en esta fecha, cuando se cumplen 151 años de la Restauración, la primera mitad de su mandato de cuatro años. Con un estilo muy diferente al de su antecesor, el Presidente ha practicado el contacto directo con la gente, y por medio de visitas sorpresas se entera de las necesidades de pequeños y medianos productores agropecuarios y empresarios, a quienes ha facilitado créditos que antes eran inalcanzables. Pero aunque ha logrado dominar el déficit fiscal, en parte por darle al gasto público mayor impacto social, mantiene una asiduidad preocupante hacia el endeudamiento.
El Gobierno se atribuye haber disminuido en este lapso la pobreza, pero su proclama choca con el hecho de que está intacta la legión de jóvenes que ni estudian ni trabajan, y el empleo informal, un factor de exclusión social, sigue aumentando vertiginosamente. Y la sociedad sigue esperando la consumación de un pacto eléctrico, para cuya concertación el Gobierno ha prometido convocar dentro de poco al Consejo Económico y Social, y un pacto fiscal, del cual ni siquiera se habla. También se destaca la sinergia que en este lapso ha logrado el Gobierno con sectores como el exportador y el industrial, que acarician grandes expectativas de progreso en virtud de programas para mejorar la competitividad y la productividad.
Otro mérito que se reconoce al Presidente es haber sabido retroceder o rectificar cuando sectores de la sociedad le han hecho comprender que algunas decisiones tendrían efectos económicos o sociales contraproducentes. También es aplaudido su esfuerzo por solucionar el controversial problema migratorio que afecta al país, particularmente en cuanto a la abrumadora presencia haitiana. Pero tiene como flanco débil el no haber logrado avances significativos en materia de seguridad ciudadana, ni cambios de criterio en la Policía Nacional en cuanto al uso de la fuerza y a evitar cometer ejecuciones disfrazadas de enfrentamientos. Se le atribuye debilidad en cuanto a enfrentar actos de corrupción de pasadas gestiones.
El Presidente alcanza los primeros dos años con popularidad y respaldo sin precedentes. Su posición en el caso de la Barrick Gold catapultó en gran medida ese respaldo. Sin embargo, se observa que el Presidente no ha aprovechado su liderazgo para lograr la aprobación de instrumentos como el proyecto de ley de partidos políticos, una asignatura pendiente desde hace diez años. El mandatario alcanza la primera mitad del período con buen puntaje y muchos retos para la segunda mitad.