Si no fuera por el financiamiento de la publicidad oficial en todas sus manifestaciones (centralizada o descentralizada) y el apoyo económico de un grupo de empresarios que cree en la libertad de prensa y el equilibrio democrático, la mayoría de los medios de comunicación, incluyendo los periódicos, hubieran desaparecido.
Esa necesaria publicidad estatal ha existido siempre hasta en los tiempos del balaguerismo, aunque con modalidades diferentes como es natural. Recordamos las extensas publicaciones mensuales que hacía el gobierno de esa época sobre los gastos y cubicaciones del Estado que fueron un gran soporte para el mantenimiento de la otrora pujante prensa escrita, sin que ello afectara la independencia y objetividad que siempre la ha caracterizado en la mayoría de los casos.
El régimen del Dr. Salvador Jorge Blanco con el destacado mercadólogo José (Dorín Cabrera) fue pionero en ese tipo de política comunicacional y el Presidente Leonel Fernández le siguió los pasos, mientras que la administración de Danilo Medina ha inaugurado un nuevo estilo democratizando ese quehacer con la participación de las llamadas redes sociales y los buenos resultados están a la vista por el manejo exitoso del Lic. Roberto Rodríguez Marchena, Director General de Comunicaciones de la Presidencia.
Hipólito Mejía fue el Presidente que menos invirtió en publicidad porque al parecer no cree en eso y sin embargo durante su mandato el ritmo de crecimiento de la economía fue prácticamente nulo.
Señores, no nos llamamos a engaño, la publicidad oficial aparte de su papel fundamental, es una forma indirecta, sutíl y hasta generosa de financiar los medios de comunicación. Si no fuera por ello el país no pudiera disfrutar las programaciones de los canales de televisión y emisoras de radio.