La permanencia en la escuela de los estudiantes del nivel medio está condicionada por una diversidad de situaciones, entre las que se destacan sobreedad, repitencia, migración y situación económica.
Sin embargo, factores como el matrimonio, la vida sexual activa, el embarazo y la paternidad no inciden, necesariamente, en la asistencia a la escuela de los jóvenes de 14 a 19 años.
Esas valoraciones aparece en el estudio cualitativo Perspectiva de la Educación Media en la República Dominicana, realizado por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) con la participación de un equipo de investigadores dirigidos por la antropóloga Tahira Vargas.
La sobreedad y repitencia, considerados como elementos internos del sistema educativo, se convierten en factores de expulsión y son consecuencia de vacíos en la calidad de la educación, barreras para la población que presenta documentos, discriminación y bullying hacia las adolescentes embarazadas y casadas, discriminación hacia la población masculina y sus estilos culturales, e intolerancia hacia la cultura juvenil y uso de la violencia en las relaciones entre docentes y estudiantes.
En la investigación se establece que la pobreza, como elemento que condiciona la permanencia en la escuela de los estudiantes de nivel medio tiene mayor impacto en las zonas rurales y en la población masculina.
Las causas son “la búsqueda de fuentes de ingresos, los costos de transporte y movilidad hacia los centros educativos que se encuentran en comunidades rurales lejanas y montañosas.
“La población masculina tiende a ser la más afectada por los patrones patriarcales reforzados en el rol de varón-proveedor, no solo desde la paternidad o relación matrimonial sino en sus modelos de virilidad y conquista sexual.
“La lógica del “dinero fácil” está presente desde una fuerte presión social para la población masculina que debe presentar ante la población femenina una apariencia de flujo constante de dinero para optar por la competencia en la conquista”, refiere el estudio.
La maternidad. El embarazo no es del todo determinante para que una adolescente no permanezca en el aula, porque el 60% de las jóvenes del nivel medio que no van a la escuela no son madres.
Sin embargo, un 40% de las que no asisten a la escuela ya son madres y forman parte de los grupos socioeconómicos más pobres.
“Este elemento indica que su exclusión del sistema educativo estaría vinculada a factores socioeconómicos y socioculturales.
“Las posibilidades de asistencia probablemente estén vinculadas a la red de cuidado. Es decir, si cuentan o no con una red de cuidado para dejar sus hijos e hijas y continuar sus estudios. El acceso a una red de cuidado marca así las opciones para las adolescentes salir o no del círculo de pobreza”.
El retorno. Con relación a la posibilidad de que los estudiantes que salen del sistema puedan retornar, la investigación plantea que “los centros educativos estudiados no cuentan con estrategias para darle seguimiento a la población que ha desertado y menos aún estrategias de reinserción de la población que no está asistiendo”.
Por eso se hace necesaria la revisión del modelo educativo desde la diversidad de perfiles que presenta la población adolescente.
Y de igual modo se plantea que se enfrenten los prejuicios sobre las jóvenes casadas, embarazadas y madres adolescentes que ha sido catalogada como población en riesgo.