Los inadaptados sociales

Los inadaptados sociales

La sociedad dominicana ha tomado un rumbo acelerado en este siglo XXI con el derrumbe de los valores que aglutinaban a la familia y a los grupos sociales. El síntoma principal es la aparición indetenible de la violencia y un consecuente deterioro de lo que era el núcleo familiar. Ahora casi cada integrante de la familia busca la mejor forma de satisfacer sus ansias de bienestar y si es más rápido mucho mejor.

No hay dudas de lo que eran la calidad y admiración de los valores tradicionales que nos caracterizaban. Vivíamos hasta hace pocos años en una nación subdesarrollada, sin la influencia tan directa de las drogas, de todo tipo de violencia y de la diáspora en los Estados Unidos. Los valores se dislocaron por completo cuando el mosquito de la riqueza fácil se inoculó en los torrentes sanguíneos de miles de dominicanos. Todo tipo de valores tradicionales de la moralidad, honestidad y responsabilidades se perdieron. Cada quien comenzó a buscársela en un medio social y económico que ofrecía de todo y demandaba de todo, en especial drogas, placeres, lujos, desfalcos, mal ejemplo de acciones ilícitas y asalto a las fuentes del Estado.

La sociedad dominicana se transformó en los pasados 25 años de tal modo, que esa nueva fisonomía de la ciudad capital, Santiago y otras ciudades, revela un auge muy grande de un lavado imparable. Este ha alimentado un crecimiento económico increíble frente a los demás países del hemisferio y sostiene una maquinaria política, que inmersa en la abundancia, puede considerarse inconmovible frente a los que aspiran a reemplazarlos.

Frente al derrumbe de todos los valores que distinguían a la sociedad tradicional, esta todavía se resiste a su desaparición como núcleo social que lo conforma y lucha para no ser aplastada. Es un segmento vivo de la sociedad que todavía cree en sus semejantes y conservan los valores que una vez les fueron inculcados en el seno del hogar por sus padres.

Estoy refiriéndome al segmento de los honestos, que como inadaptados sociales del siglo XXI, perduran inamovibles y luchan por sobrevivir, resistiendo el embate de los demás sectores sociales ya dañados, pero boyando en un mar de lujos, dinero fácil y vicios. Abandonaron los remordimientos de conciencia que ya no existen. Nadie se preocupa por lo que una vez fueron los rasgos distintivos de una ciudadanía intachable y orgullosa de sus valores frente a sus hijos y a la comunidad.

El derrumbe social en Dominicana es casi total. Lo hemos visto acelerarse recientemente al ver a los políticos reemplazando a los choferes como dueños del país. Son los políticos los que realmente hacen y deshacen a sus antojos y buen ejemplo es de cómo han sido concebidas las elecciones de mayo con una reforma constitucional muy peculiar, con un traje a la medida y con la interpretación acomodada de las leyes para beneficiar a los grupos gobernantes.

El núcleo familiar se ha desintegrado, ya que casi todos sus integrantes, con el cuchillo en la boca, se las buscan como los políticos, que si son legisladores tienen sus cofrecitos y baulitos. Los legisladores lograron una prolongación de su mandato apoyando la reelección presidencial modificando la Constitución. Se violaron leyes como la de la Liga Municipal y del número de legisladores en las provincias que han ido perdiendo habitantes y se soslaya el mandato del 30% de la representación femenina todo de común acuerdo con los políticos machistas de los partidos mayoritarios.

El núcleo de honestos que persiste en sus reglas de seriedad y moralidad se ahogan en un medio que los ha llevado a ser inadaptados sociales en el medio dominicano. Hay un atropello diario de las riquezas al vapor que brotan por todos lados de la clase política, y de otros que sumergidos en la ilegalidad con el auge del tráfico de drogas, han impulsando un crecimiento colateral de las poblaciones. Es evidente que tantos nuevos ricos surgidos de la noche a la mañana, en una sociedad que era tan tímida para invertir, tienen su razón de ser debido a una complacencia y complicidad muy bien elaborada del dejar hacer de los sectores de poder.

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