Después de años de preparación, hemos llegado al gran día. La realización en Brasil de los primeros Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Sudamérica es una demostración de la capacidad que tiene el país de superar obstáculos, sean políticos o económicos. No tengo duda, después de haber seguido atentamente el proceso de participación que antecedió este momento, de que la realización por el país de un megaevento deportivo, con inmensa visibilidad internacional, hará que el pueblo brasileño se reencuentre con su alegría natural.
Nosotros, brasileños, podemos decir con orgullo que somos uno de los países más mestizos del mundo, como recordó, en varias de sus obras, Darcy Ribeiro. Es característica impar que nos lleva a recibir, de brazos abiertos, a pueblos de todos los continentes para esta celebración deportiva, así como hicimos a lo largo de toda la historia de formación de nuestra nación. El deporte une a las nacionalidades, es capaz de traer la fraternidad y la paz a los pueblos.
Y es lo que va a suceder en Río de Janeiro en las próximas semanas. Durante la realización de los Juegos seremos más brasileños que nunca- un pueblo con marcadas características de hospitalidad y respeto al prójimo, un pueblo trabajador, alegre y dedicado a realizar grandes transformaciones en armonía y con pluralidad. Extendamos la alfombra roja para todos los visitantes, atletas, trabajadores y turistas. He llamado la atención, en estos poco más de 80 días de gobierno, para la necesidad urgente de pacificar la nación y unificar a Brasil. Seremos la sede del acontecimiento deportivo más importante del Planeta, inspirado en la tradición de la paz y la armonía. La 31ª edición de los Juegos Olímpicos de la era moderna mostrará a más de cinco mil millones de personas una nación de democracia consolidada, instituciones sólidas, un país pacífico y una economía con inmenso potencial de desarrollo.
El diálogo es el primer paso para enfrentar los desafíos para avanzar y reanudar el crecimiento. Y nada más propicio para que este escenario se materialice que promover el diálogo que fomente la armonía y la aproximación entre los atletas y participantes de todo el mundo que estarán en suelo brasileño. Los Juegos representan unión, diversidad e inclusión en todos los sentidos, con el bello ejemplo del Complejo Deportivo de Deodoro.
No será la primera vez que mostraremos al mundo nuestra capacidad de organización, recepción y acogida segura y cálida a los visitantes. Hemos dado ya muestras de estas calidades en megaeventos de nivel mundial- Copa del Mundo, Juegos Panamericanos, Juegos Mundiales Militares, Jornada Mundial de la Juventud y Copa Confederaciones. Más allá del espectáculo deportivo, en el cual competirán miles de atletas de alto rendimiento de los cinco continentes, las Olimpíadas proporcionarán otras oportunidades a nuestro País. Los inversionistas, por ejemplo, podrán conocer el potencial económico y de generación de negocios de Brasil.
En este momento, con la seguridad de que los Juegos tendrán el éxito que todos esperamos, vamos a contribuir fuertemente a la difusión de los valores del deporte- cooperación, solidaridad, disciplina y superación. Más concretamente, también dejarán como herencia para los brasileños una red nacional de entrenamiento, con excelentes instalaciones en las cinco regiones del país, orientados tanto a la iniciación deportiva como al alto rendimiento.
Asimismo, ya podemos medir el inmenso legado de infraestructura urbana construida por los gobiernos municipal, estatal y federal, que quedará para la población. Son 27 proyectos de movilidad, medio ambiente, renovación urbana, deporte y ciencia, que ascienden a R24,6 mil millones. Las inversiones en centros deportivos, en programas como el “Bolsa Atleta”, serán un legado de los Juegos que estimulará a los jóvenes a luchar por sus objetivos, vivir la alegría de la superación, trabajar en equipo y respetar al adversario. Los Juegos Olímpicos que estamos promoviendo dejarán un gran legado para los brasileños y el mundo.