Los necesarios agentes de cambios de valores

Los necesarios agentes de cambios de valores

Teófilo Quico Tabar

A propósito de lo que ocurre en el orden moral que sacude la sociedad, es necesario hablar de la necesidad de educación. Entendiendo que esto envuelve todo lo relativo al cambio, sustitución y creación de valores; sin olvidar que dentro del concepto de educación hay otra dimensión relativa a transmitir conocimientos y a incrementar la información, que se refiere a desarrollar habilidades y pericias. Pero de estas dimensiones de valores, conocimientos y pericias, se podría decir que la de mayor importancia por sus efectos a largo plazo y en su profundidad, es la que corresponde a los valores.
Algunos estudios han demostrado que el desarrollo de los valores ocurre por etapas a lo largo de la vida. Que en dicho proceso desempeñan un papel predominante los diferentes ambientes y contextos sociales en los cuales se mueve la persona desde el momento mismo de concepción. Que el afianzamiento de los valores ocurre principalmente dentro de los primeros años de su vida, hasta la adolescencia; pero también pueden producirse cambios posteriores, a raíz de situaciones traumatizantes o a presiones por parte de las estructuras institucionales, que en nuestro medio son frecuentes.
Comprendido de esta forma, el proceso de cambio de valores implica la participación, no solamente de las personas como individuos, sino la acción de la misma sociedad a través de sus instituciones. Por esta razón el proceso de formación de valores es eminentemente social, y la educación considerada en su totalidad, no es ni puede ser el predominio de una sola y única institución social.
Para poder lograr un cambio de valores es esencial tener metas claras y precisas, y desarrollar voluntades para alcanzarla. La meta no puede ser demasiado complicada en contenidos, ni demasiado compleja en cuanto a sus planteamientos. Debe responder a una necesidad sentida y compartida por la mayor parte de los ciudadanos, tales como: desarrollo, integración, freno a la delincuencia y la corrupción, democracia participativa, descentralización, conciencia ciudadana, etc.
Este proceso de cambio de valores requiere de planeación y programación para convertirse en realidad positiva. Debería ser el resultado de un movimiento de las diferentes clases dirigentes que, unidas dentro de planteamientos compartidos, sean capaces de difundirlos, propiciarlos y ejecutarlos. De forma compartida, pero si no, desde arriba.
Para poder lograr los verdaderos cambios de valores que requiere nuestra sociedad, existen instituciones que operan como agentes educadores y por tanto en la formación de dichos valores que juegan un papel preponderante: la familia, la escuela, la religión o las iglesias, los medios de comunicación; además de las gremiales, artísticas, comunitarias, deportivas, etc.
Pero es de especial importancia analizar, cuales son los aspectos valorativos que influyen de forma más destacada sobre los problemas de miseria y empobrecimiento ético moral, y que por ende, ahondan la desperanza que afrontan nuestros pueblos. Por esta razón se hace necesario enfocar la atención hacia los agentes de formación de valores, sobre los cuales recae la enorme responsabilidad para proyectar una nueva sociedad, sin olvidar las palabras del Apóstol: “Nadie puede dar lo que no tiene”.

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