Siendo los partidos políticos una de las bases fundamentales que soportan la democracia, siempre estarán necesitados de leyes y reglamentos. Pero sobre todo, de disposición a mantener sus estructuras institucionalizadas y disciplinadas, para que reine entre sus miembros confianza y seguridad. Pues es la mejor vía para que esa confianza y seguridad puedan serles transmitidas a su militancia, especialmente a la población, que es la que decide el destino de esas organizaciones y sus candidatos en los respectivos eventos eleccionarios.
Se habla mucho de leyes de Partido y Electoral, pero se ha puesto demasiado énfasis en el método a utilizar para realizar sus convenciones, abiertas o cerradas. Fundamentalmente, porque es un reflejo de que no existe entre sus dirigentes absoluta confianza ni seguridad en sus padrones y hasta en sus comisiones organizadoras. Razón por la cual, la composición de las mismas siempre resultan temas de debates.
Los partidos, particularmente los de mayor tradición o los más importantes desde el punto cuantitativo, han vivido dando manifestaciones de que no confían en esos padrones, en casi todos los eventos que realizan.
Llámese PLD, PRSC, PRD o PRM, todos, de alguna manera, y en alguna ocasión, han tenido problemas al realizar sus convenciones, nacionales, provinciales, municipales, etc. Porque existe desconfianza.
Tanto así, que cada vez que se realiza una actividad interna en la que las dirigencias y militancias deben expresar sus simpatías, han surgido cuestionamientos, que de cualquier forma que se analice, van creando grietas o heridas.
Pero estas grietas o heridas, en la medida en que se hacen sistémicas, se van haciendo cada vez más graves. Y su cura o relleno se hace cada vez más difícil y costoso. De ahí es que han surgido las divisiones.
Porque algunos, incluso analistas, han llegado a creer que se trata de un problema tan simple como diferencias entre: Leonel y Danilo; Hipólito y Luis; Miguel y Guido, o entre Quique y Josesito. Pero es más profundo y complejo.
Ayer lo fue entre otros grandes líderes o dirigentes. Pero la mayoría de esas confrontaciones se produjeron a consecuencia de convenciones en las que se puso en dudas los resultados y las mayorías. Y digo la mayoría de las confrontaciones, porque indudablemente hubo enfrentamientos por cuestiones ideológicas o estratégicas. Pero la mayor de las veces fue producto de eventos cuestionados.
¿Y porqué se han cuestionado esos eventos que provocaron discusiones y divisiones?, porque no han contado con padrones y metodologías que merezcan la confianza de todos.
Pero hoy día podría agravarse más la situación de los partidos. Y como consecuencia, poner en tela de juicio la integridad de las organizaciones. Porque al dejar de lado las ideologías que creaban mística, hoy solo prevalecen dos aspectos: o los afectos o las conveniencias.
Y si los líderes o dirigentes no logran entender la necesidad de crear padrones y metodologías creíbles para todos, vivirán entre confrontaciones y divisiones. Pero sin darse cuenta de que ellos, los partidos, tienen detrás a poderosos sectores, que viven rondando como las rapiñas para triturar sus despojos.