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La oposición al gobierno repleta de “grandes intelectuales o genios en todos los órdenes, tampoco funciona, y yo, entonces me pregunto: ¿Cómo es posible que un país dirigido por talentosos, esté siendo llevado con tanto desatino y el Presidente de la República tiene que resolverlo todo? Este es sin lugar a dudas, el gran consentido, a pesar de existir y tener tantos cerebros, que se auto-proclaman como poseedores de la solución al problema nacional, a la hora de ocupar posiciones, no tienen ni ponen en práctica los dones que decían poseer ni el tiempo que decían poseer, ni el tiempo que requieren sus funciones, ni responsablemente toman las decisiones más convenientes para el país.
Tal vez sea el cansancio de tanto auto-proclamarse como los dueños de esos grandes misterios o del saber gobernar, parece se cumple aquel decir de que “una declaración de principios no es capaz de conseguir que los trenes lleguen a la hora”.
Es que la política nos juega siempre una mala pasada y nos crea la confusión al no obtenerse resultados satisfactorios. ¿Será que las promesas en política son por lo general lo contrario de lo que se piensa realizar? Bien en lo cierto estaba Talleyrand cuando señalaba “que el arte de la política consiste en manipular abstracciones para conseguir realidades”, pero aquí, en este país, de nuestras vidas, lo que conseguimos es lo contrario.
Y es lamentable, pues es muy poco lo que pedimos todos, pequeños, medianos y grandes: soluciones mínimas y que el poder esté al servicio del país y sus ciudadanos, esto es, un nuevo crédito de confianza, porque es preciso reorientar el país para acabar con sus males, que sí tienen remedios si buscamos sus raíces verdaderas.