¡LUCÍA MÉNDEZ La pintura como rito cotidiano!

¡LUCÍA MÉNDEZ La pintura como rito cotidiano!

En los dominios místicos y filosóficos, el término “Insondable”-adjetivo morfológicamente neutro-, siempre alude a las profundidades y misterios del Cosmos, la naturaleza, la vida, la espiritualidad y la consciencia individual. Bajo este título de abisales y obsesivas alusiones, la Alianza Francesa de Santo Domingo ha presentado recientemente (05-06-2017) la sexta exposición individual de Lucía Méndez Rivas (1973), artista emblemática de la “Generación de los 90” que trasciende en el contexto artístico dominicano de las últimas dos décadas, gracias a un alto nivel de concentración productiva en su taller que le lleva a pulverizar de manera rotunda y esplendorosa, todas y cada una de las limitaciones que impiden la efectiva simetría entre vida y obra, entrega familiar, compromiso social y pasión creadora.
Los principales elementos característicos de la propuesta pictórica de Lucía Méndez son su claridad formal, su elocuencia temática, su coherencia discursiva y su consistencia productiva. Asimismo, una esencial tensión energética se instala perpetuamente en las superficies de sus templados y mesurados espacios pictóricos. Esto se aprecia en su producción global y en las veinte obras que integraron el cuerpo expositivo de “Insondable”, curada con esmero y óptimos resultados por la escritora y gestora cultural María del Carmen Silva y en la cual nuestra artista persiste, reflexionando profundamente sobre la magia consustancial del Caribe y sobre la condición femenina en la sociedad dominicana contemporánea.
La corporeidad femenina desde una perspectiva de la interracialidad como dimensión sumaria de la Polisíntesis cultural identitaria del Caribe, constituye uno de los principales ejes temáticos de la obra pictórica de Lucía Méndez. El cuerpo de la mujer dominicana y caribeña como materia y materialidad de las asimilaciones, mutaciones, con-fusiones, contradicciones, diferencias y complementariedades culturales que estallan en el proceso originario, transfigurador y metamórfico del Caribe contemporáneo. El cuerpo femenino como autoexploración, como mirada introspectiva y continente proliferante de la sexualidad, la cadencia energética, la sensualidad, la seducción y la asombrosa plasticidad de una imprevista impronta etnogenética definitivamente incontrastable.
Respecto a esta ardiente persistencia temática y reflexiva en la obra de Lucía Méndez, apunta María del Carmen Silva: “Insondable, más que respuestas, lleva de forma implícita varias interrogantes. ¿Qué somos? ¿Un cuerpo? ¿Un alma? ¿un espíritu? ¿Qué nos hace individuos? ¿Cómo se conforma nuestro ser? Toda cultura tiene un vínculo vital con sus tradiciones y mitos. Esta artista singular aporta la esencia de un espíritu colectivo, silencioso, pero siempre vigente. El devenir de su obra recorre su propia historia y se introduce en el tejido social sensible de la historia cultural de la sociedad actual a través de símbolos representados y experiencias. Lucía Méndez es una guía de esta realidad creada pero viva; como un rastro que no podemos ver, pero sí concebir a través de la materialidad de su obra”…
Ahora bien, la pintura de Lucía Méndez Rivas nada tiene que ver con un arte folklórico, decorativo o panfletario. Incluso, es en los altos niveles de artisticidad que sostienen los contenidos formales de su propuesta; en la riqueza de tonalidades, contrastes, texturas y matices cromáticos, así como en la vertiginosa transposición de planos, escenarios, personajes, signos y símbolos que vitalizan sus espacios pictóricos, donde se patentiza inicialmente el alto grado de especialización con que ella asume su práctica creadora.
Aunque siempre enfatiza en la gestualidad, las expresiones y la plasticidad con que la mujer expone y confronta su corporeidad desde los espacios de lo íntimo y lo público, Lucía Méndez no aborda el cuerpo femenino únicamente como representación, sino también como paradójica fisicidad; como una topografía orgánica de progresivos rituales, ocultamientos y revelaciones “insondables”.
Revelaciones cristalizadas a través de un incesante y próspero ritual creador que le impulsa hacia el misterium de la dualidad esencial de los seres y las cosas y hacia la fluida tensión vida y muerte; amor y odio; alegría y dolor; tristeza y celebración. Revelaciones cuya primera y última clave estalla en su insuperable dominio del color-luz, con sus virtuosos, distintivos y fascinantes juegos, variaciones, gradaciones y valoraciones de los verdes, azules, rosas, grises, carmesí, fucsia, bermellón, magenta, púrpuras, sepias, amarillos, marrones, pardos, violetas, “tierras”, malvas, negros y blancos encalados.

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