Mal de fondo en la política local

Mal de fondo en la política local

Entre la libre y respetuosa competencia entre dirigentes y aspirantes a posiciones al interior de los partidos políticos, y los enconados comportamientos discordantes, existe una frontera fácil de traspasar. De lo sublime a lo ridículo, como se dice de ordinario. La unanimidad de criterios no es imprescindible en el juego democrático; pero cuando las organizaciones partidarias llevan a extremos sus diferencias internas sin una mínima aceptación para la coexistencia, el ejercicio político queda empañado ante los ojos de los ciudadanos sin militancia que son los más, como es evidente. En las encuestas se refleja una inconformidad con aspiración al adecentamiento en ese ámbito. Que las entidades partidarias aglutinen a sus seguidores en forma disciplinada y que enriquezcan el debate sin combatirse exacerbadamente.

Los partidos tienen que cumplir un papel esencial en el Estado de derecho con actitud favorable a la democracia, esperándose desde hace algún tiempo que cumplan su obligación de impulsar la aprobación de leyes que rijan sus actividades y los procesos electorales. Deben mostrar capacidad para armonizar criterios en la inter relación inherente a las luchas por el poder. Y deben hacerlo superando el inmovilismo que en algunos casos de la política criolla ha impedido la renovación de cúpulas partidarias que con su permanencia acrecientan la infuncionalidad democrática.

Una democracia cercenada

El declive de la democracia en Venezuela se acentúa y tras las imposiciones ilegales que aumentaron el poder del presidente Nicolás Maduro y acorralaron o desplazaron de sus legítimas posiciones de Estado a figuras de la oposición, emerge una sorprendente convocatoria a elecciones sin existir condiciones para ello y con la cínica declaración de que van a celebrarse aunque el oficialismo sea el único en participar. El continente se levanta contra ese despropósito. Catorce países ya se pronunciaron. Poco a poco, los venezolanos se han ido quedando sin moneda que valga la pena, sin alimentos ni medicinas. Desaparecen hasta las toallas sanitarias; y ahora se esfuma lo que quedaba de democracia y el diálogo-show que República Dominicana auspiciaba, se está quedando fuera de aceptación en la conciencia democrática de América y Europa.

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