El país sigue teniendo malas calificaciones en competitividad global. Los índices medidos para el lapso 2014-2015 están por debajo de los países de Centroamérica. El dato ha sido puesto sobre el tapete desde diversos ámbitos. Recientemente lo han sacado a relucir el doctor Diómedes Christopher, profesor de INTEC, en el Foro Económico Mundial 2014/2015, organizado por el Área de Negocios de esa academia, el ministro de Educación, Carlos Amarante Baret, decepcionado por la mala formación de los maestros, y el rector de la UASD, Iván Grullón Fernández, quien deploró que los estudiantes de menos rendimiento de esa academia son los que optan por la carrera de Educación.

Al margen de los malos servicios de salud y electricidad, la inseguridad ciudadana y las malas prácticas administrativas, el bajo índice de competitividad global del país parece determinado por la pésima calidad de la educación, un renglón en el que el Estado invierte nada menos que el 4% del PIB. El ministro de Educación se queja de que a pesar de la gran inversión, la formación de maestros sigue arrastrando sus debilidades ancestrales. Su decepción se afianza en el hecho de que a mediados de este año solo superaron las pruebas el 25.77% de los 16,340 participantes en un concurso para ocupar puestos de profesores y directores, convocado por ese ministerio. La educación es piedra angular de la competitividad.

EN RESPALDO AL CORO  NACIONAL

El Coro Nacional, que ya ronda los 60 años, es una institución formada por reputados cantores que merecen respeto y reconocimiento por su calidad. Han sabido salir airosos y hacer un buen papel a nombre del país en cada ocasión que han tenido que actuar. De ahí que también son merecedores de mejores condiciones de trabajo, incluyendo, por supuesto, un mejor salario. Actualmente, cada miembro devenga apenas 10 mil pesos mensuales.

No queremos pensar que la formación de un nuevo coro pueda constituirse en un factor de menoscabo para los cantores que han gastado parte de sus vidas en el viejo Coro Nacional. Sus integrantes. quizás con justa razón, se sienten inquietos por el hecho de que los componentes del nuevo grupo reciben una mejor remuneración que ellos, a pesar de que se les había prometido mejorar sus condiciones. Ellos merecen que se valoren sus argumentos.