Marcio Veloz Maggiolo, el poeta

Marcio Veloz Maggiolo,  el poeta

En la poesía de Marcio Veloz Maggiolo repercuten los ecos de la poesía bíblica y modernista. La primera etapa de su obra poética está permeada por las resonancias de sus lecturas bíblicas juveniles, que desembocaron en la saga de sus novelas y relatos de temática cristiana, ya que Veloz proviene de una familia de tradición católica y protestante. En Intus y El sol y las cosas, sus dos primeros poemarios, tienen factura y aliento místico y, desde luego, influjos de los poetas ascéticos, místicos y barrocos: San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de León y Sor Juana Inés de la Cruz. También sus lecturas asimiladas de Juan Ramón Jimenes y los poetas de la generación del 27, en especial, Vicente Aleixandre, Lorca y Cernuda. Y del predio local, de Moreno Jimenes, Vigil Díaz y los poetas sorprendidos.
Con La sonora armonía (2016) Marcio Veloz Maggiolo, finalmente, se decide reunir su poesía completa, que abarca desde su primer poemario Intus de 1959 y El sol y las cosas hasta sus más recientes poemas. Comprende libros como, los ya citados, además de La palabra reunida, Poemas en ciernes, Retorno a la palabra, Las armonías privadas, Soy el vacío, Histerias del corazón y Poemas adánicos. En su etapa seminal, resuenan los ecos, aun del postumismo de Moreno Jimenes, y luego desfilan símbolos e imágenes que marcarán su imaginario lírico, de sus pares o maestros como Manuel Valerio, Antonio Fernández Spencer o Franklin Mieses Burgos. Dios, la madre, la muerte, la naturaleza y las cosas, los elementos materiales, etc. son los registros sensibles que se reiteran hasta formar una caja de resonancia armoniosa y sentimental. Poemas, rimas, sonetos y elegías de aliento lírico y, a veces épico, son algunas de las aristas que caracterizan su universo poético. Diálogo con la naturaleza y con Dios, con la muerte y el tiempo, Veloz Maggiolo dio sus primeros pasos como escritor, por donde casi siempre se inician los novelistas y los ensayistas, es decir: por la poesía. Misterios de la naturaleza y de la vida, de la muerte y de la libertad, sus primeros poemas son un canto al sol y a las cosas del universo, en una especie de plegaria de tono invocatorio, entre las noches y los días. Aliento metafísico y armonías modernistas, en el poeta Veloz Maggiolo ha existido siempre, como se ve, una conciencia del poema y de la poesía. Nació poeta y migró por todos los géneros literarios, desde la poesía y el teatro, pasando por el cuento y la novela, el ensayo literario, antropológico, histórico y arqueológico, la memoria, la crónica, la crítica literaria y el periodismo, este escritor es un espíritu enciclopédico, leonardiano y ecuménico, universal y renacentista. Pintor y diplomático, además de escritor, nunca abandonó la poesía, pues mana de su prosa narrativa de cuentista y novelista, y de sus lecturas tempranas y amistad con su maestro, el poeta, crítico y ensayista, Antonio Fernández Spencer.
Siendo un veinteañero, Marcio Veloz nació como poeta al publicar su primer libro. Se trató de Intus y también de El sol y las cosas. De ahí hizo un largo silencio de más de treinta años para incursionar en otras facetas de la creación literaria e intelectual, en una carrera vertiginosa, sostenida y tesonera. Su versatilidad expresiva y temática lo condujo a orillar y explorar, como un aventurero de la palabra y la imaginación, territorios múltiples y prismáticos, que lo sitúan en un espacio de la órbita cultural criolla, emblemático y difícil de imitar. El salto del poeta al novelista, y de éste al de ensayista, traza una línea y una trayectoria en espiral ascendente, en el concierto de la vida literaria dominicana. Novelista experimental con Los ángeles de hueso y De abril en adelante, pasando por sus microrrelatos, Veloz Maggiolo se podría definir como un aventurero intrépido, un equilibrista verbal, que desafía los géneros literarios y el lenguaje escrito, de donde siempre sale vigoroso y renovado para adquirir aire de libertad expresiva y fuerza para enfrentar los límites propios del lenguaje de la ficción. Del arte a la ciencia, y de esta a la ficción, el autor de La fértil agonía del amor es un autor camaleónico, ya que lo mismo bucea en el tiempo de la ficción narrativa como en el campo de la investigación arqueológica y antropológica o en la crítica literaria, no sin gracia, magia y hallazgos.
Técnico y artesano del soneto, Marcio Veloz también merodea en el poema breve y el extenso, el poema en prosa y la elegía, el romance y la apología, cuyo telón de fondo puede ser la ciudad o la historia, el mito o la memoria familiar. Navegó de la poesía clásica, en sus diversas formas, hasta explorar en otras vertientes modernizantes. Su ars poética del soneto (al que llama Ars de sonetería) se articula en una poesía elaborada con la materia prima de la historia escrita, antigua y moderna, y de igual modo, dimana –o brota- de los manantiales de la arqueología y la historia, de donde proviene su experiencia sensible e imaginaria. Símbolos y personajes familiares desfilan por su órbita poética, escrita a la par con el resto de su magna obra literaria, y que concluye con su experiencia autobiográfica de la sordera, en un poemario dedicado a Jeannette Miller, titulado Soy el vacío.
Con esta reunión completa de su poesía, Marcio Veloz Maggiolo nos postula un desafío de lectura, en aras de encontrar sus claves secretas, influencias, registros y temas que han signado su quehacer literario y su mundo narrativo. Esta mirada retrospectiva a su faceta de poeta es la expresión de un retorno sensible y nostálgico a su mundo lírico y un tanto olvidado, y acaso relegado por el cultivo de su obra en prosa, de ficción o de ensayo.
Con la publicación de Poesía Completa -titulada La sonora armonía-, don Marcio Veloz Maggiolo (1936), nos revela que su faceta de poeta nunca desfalleció, y que es tan vasta como su obra narrativa y ensayística. Los lectores que no han leído sus dos primeros libros de poesía (por estar agotados), ahora tendrán la oportunidad de leerlos unidos al conjunto de su obra poética total, y podrán aquilatar su valor estético, verla a la luz de nuevos contextos de lectura, y sopesar el paso del tiempo sobre los aspectos y temas abordados en cada texto.
Esta obra se lee como retrato -o autorretrato- de su sensibilidad literaria, desafiante y libre, tras explorar en los meandros más abiertos de la expresión verbal, a partir de su visión del poema como música, artefacto sonoro, cuyo ritmo en espiral, armoniza con el tiempo y la melodía de la naturaleza. Veloz es, así, encarnación de un ideal de hombre de letras en vías de extinción, una mentalidad clásica, anclada en la modernidad. Soñador y vigilante, espeleólogo del insomnio y alpinista del sueño, este octogenario espíritu místico, en estado literario, es, acaso, la representación del escritor con conciencia de ruptura y tradición, pero libre de formalismos de género y escuela, estética y filosofía.Así, la tierra y el sueño, el espacio y la ensoñación son algunos de los referentes simbólicos que lo definen y retratan.

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