Hay que aceptarlo, con una estructura legal que ha sido superada por técnicas de ingeniería fiscal, obsoleta por los parches y el largo recorrido, es con lo que cuenta la DGII para luchar contra el fraude y la elusión fiscal. Y sin vacaciones, porque como lo reiteró Magín Díaz en Juan Dolio, la “evasión fiscal es grande, pero también la elusión, que resulta más compleja, porque se basa en soluciones aparentemente legales para no entregar al fisco lo que le corresponde”.
Tiene razón, son cosas diferentes. La evasión fiscal es cuando se ocultan ingresos y/o se inventan gastos, lo que combate la oficina recaudadora, según mi criterio, con tres estrategias que son las correctas. Uno, promoviendo la confianza en la cultura tributaria; dos, mejorando el acceso a los servicios fiscales, y tres, cerrando negocios que incumplen deberes tributarios y endureciendo la penalización. Es donde entra la advertencia, que la DGII convertirá en procesos penales las mañas para engañar al Fisco.
En cuanto a la elusión fiscal, el terreno es casi exclusivo de filiales multinacionales, que aprovechan los recovecos de las leyes para minimizar la factura fiscal. Algunas se valen de esquemas sofisticados de ingeniera financiera, y otras de diferencia de tributación fiscal, como el hueco que estaría abriendo Trump con su anunciada reforma de impuestos.
Prometió enviar al Congreso Nacional, en sus primeros cien días en la Presidencia, un proyecto de ley para, entre otros cambios, reducir en 56% el de la renta de empresas, para que paguen solo 15%. Tasa que estaría muy por debajo de la aquí, lo que haría más complejo el trabajo de Magín, porque sin duda el diferencial aumentaría la elusión fiscal corporativa, erosionando aún más la base imponible y la pérdida de ingresos.
Con el soporte legal que tiene la agencia de recaudación, es injusto pedirle que enfrente con éxito la inédita coyuntura. Es real que las filiales de multinacionales, aquí y en cualquier otra parte, acostumbran actuar con criterios de unidad empresarial, desplazando beneficios a sitios donde se paga menos impuestos.
Aunque es cierto, aun la Presidenta de la Reserva Federal, Janet Louise Yellen, desconoce la nueva política fiscal, pidió “más claridad, no sabe lo que va a pasar, hay un alto grado de incertidumbre”, también es verdad que para sumar certidumbre a los agentes económicos, lo aconsejable es que internamente actuemos asumiendo que el próximo año será realidad el diferencial de tasas impositivas. Y comenzar a hablar de la reforma fiscal que se ha estado posponiendo, porque es tarea del gobierno, oposición política y hombres de empresas, cerrar resquicios legales y dar municiones de mayor calibre a la DGII, para que siga luchando contra el fraude y la elusión fiscal.
Es difícil cuantificar lo que se pierde por elusión fiscal, se podría tener una idea del monto comparando la carga fiscal media de las filiales de multinacionales, con la de empresas grandes del país. La diferencia entre una y otra, podría decirnos si es limitada o no la base imponible que reportan. Y para corregirla, lo que supondría una importante recaudación adicional, sería necesario modernizar la estructura legal con la reforma fiscal.