El Comité Político y la decisión que tomó el pasado 19 de abril en Juan Dolio, donde ordenó a los legisladores peledeístas propiciar una reforma de la Constitución que reinstale la reelección presidencial y se dé oportunidad al presidente Danilo Medina de repostularse, fue el gran ausente en el discurso pronunciado por el expresidente Leonel Fernández el pasado lunes. Una omisión que sorprende cuando se piensa que fue la decisión de ese organismo, donde los promotores de la reelección se impusieron 23 votos a 10, el origen de la discordia que mantiene al borde de la división al PLD. ¿Por qué ignorarlo? ¿Por qué al referirse al proyecto de reforma se limitó a decir que fue presentado “por 13 honorables senadores” y omitió que fue un mandato del órgano rector del partido del cual es presidente? ¿Una falta de respeto a sus compañeros, como la calificó Temístocles Montás en un twit? Es obvio que se trató, aunque Temo nunca lo dirá de esa manera, de una manipulación grosera de la realidad, como lo son las medias verdades que abundan en ese discurso y que el Ministro de Economía también criticó. Porque lo cierto es que el expresidente Fernández utilizó su defensa a ultranza de la Constitución, “su” Constitución, para enmascarar el verdadero motivo de su rabieta: la pérdida de la candidatura presidencial del 2016, que se llevó de encuentro la fuerza avasallante de la reelección. Aunque es probable que, después de todo, pocos fueron los que se dejaron seducir por su retórica de encantador de serpientes, pues ya no suenan tan convincentes las palabras del hombre que en ese discurso se definió a sí mismo como alguien que nunca ha luchado por cargos sino por causas. Y es que una de las cosas en las que también se equivoca el expresidente es en creer que este pueblo no aprende de sus errores, como lo ha sido dejarse embaucar de políticos a los que les cuesta tanto esfuerzo acompañar sus palabras con sus hechos.