Me equivoqué de profesión

Me equivoqué de profesión

Después de muchos años de graduado en la antigua Universidad de Santo Domingo (USD), he comprobado que me he quedado absorto al cerciorarme cómo un sinnúmero de “analfabetos funcionales” como los denomina la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), han alcanzado directrices o cargos sin la correspondiente preparación universitaria y con un índice intelectual disminuido.

También he observado, cómo en la vida solamente hay que ser una persona mentirosa y sin escrúpulos para llegar a ser un “político exitoso”, el cual con “mari mañas”, argucias, falsas promesas y unos pesos para financiar su campaña, llegan a una posición de ocupar elevados cargos, sea como legislador, alcalde, regidor, administrador de empresas estatales o simplemente nombrados altos funcionarios bien remunerados; todo esto como señalamos, sin tener que haber realizado estudios universitarios y en muchos casos, ni siquiera de la escuela secundaria.

Esta denominada “democracia representativa”, es interpretada por muchos, como una ocasión en la cual a nadie se debe discriminar ya sea, por su participación activa en política partidista, por raza o color o por creencias religiosas. En principio todos somos iguales, aunque algunos le agregan “más o menos”.

He conocido lumpenes, vagos de profesión y acomplejados, que merced a estar arrimado a un líder político de manera servil e incondicional, que han escalado posiciones de poder en la cual, en lugar de servir a su Patria, se sirven de ella, acometiendo toda clase de prevaricación, felonías, alevosías y desfalcos, que cuando los van a enjuiciar, siempre tienen el respaldo absoluto del líder político.

Hay individuos especializados en hacer “claqué” en los mítines políticos, llevar militantes de toda índole, para lo cual se valen de otorgarles dádivas, tales como: facilitarles autobuses, combustible para los vehículos particulares, bebidas alcohólicas, pica pollos y hasta un dinerito en efectivo para imprevistos, relativos a la actividad partidista.

Si me hubiese percatado en mi juventud de estos oscuros beneficios, me pude haber inclinado por esta práctica de dinero fácil para ostentar como lo hacen unos cuantos individuos que llegaron a la posición de “tutumpotes”, pero en cuyos orígenes eran tan pobres, que llegaron con una mano delante y otra atrás para cubrir apenas sus partes pudendas. Hoy, se precian de decir, que ese fue el tren de vida que siempre llevaron al creer que los dominicanos somos un manojo de memos que nos creemos cualquier cuento de caminos.

Para la juventud, este tipo de individuo constituye un ejemplo sumamente perjudicial e inclina a ellos, a propiciar obtener un empleo público para “hacerse” con los bienes del Estado, sin que autoridad alguna le pida los orígenes del capital exhibido, ni tampoco, en caso que sean juzgados, encontrarse con un juez venal que no obstante tener una evidencia condenatoria, declarar “un no ha lugar”, para que ese tunante siga su desaforo en contra, no solo de los bienes del Estado, sino que también llegan a la desvergüenza de invadir propiedades privadas atento a los que ellos creen tener un omnímodo poder para realizar cualquier picardía sin que se le pase factura.

Estamos en una época difícil en donde, al haber una justicia parcial e interesada, todo individuo cree tener el derecho de hacer lo que le venga en ganas. Si en nuestro país no se toman los correctivos de lugar, pararemos en que los honestos serán incriminados por esta acción. Ya ha llegado el momento de actuar, so pena de que los desafueros se nos escapen de las manos y tener que en un futuro lamentar, lo que no pudimos contener por omisión.

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