Mejor gestión en salud neonatal

Mejor gestión en salud neonatal

La tasa de mortalidad neonatal es muy alta en el país, de entre 24 y 28 por cada mil nacidos vivos, según cifras aportadas por Rosa Elcarte, representante local de Unicef. La cifra salió a relucir mientras el organismo internacional y cinco hospitales de Santo Domingo suscribían un acuerdo con el que se comprometen a articular una solución integral para atacar este problema, que ha sido clasificado como una verdadera emergencia sanitaria nacional.
Llama la atención el hecho de que esta tasa de mortalidad se mantiene alta, a pesar de las acciones desarrolladas por el Estado a partir de la designación del 2015 como “Año de Atención Integral a la Primera Infancia”, consignada en el decreto 498-14. Esto obliga a analizar los factores que inflan esta tasa, entre los que hay que contar la cantidad de niños de madres haitianas que mueren en el país debido, fundamentalmente, a que sus madres llegan a las salas de parto sin jamás haberse sometido a tratamiento ginecológico durante el proceso de embarazo.
Este acuerdo que compromete a Unicef y cinco hospitales de Santo Domingo tiene que perseguir mejoras sustanciales en la gestión de los servicios de salud para los neonatos y perfeccionar en lo posible la logística de apoyo de los centros involucrados, con tal de lograr reducir la tasa tan alta de mortalidad neonatal que arrastramos.

Lluvia: una bendición

La sequía ha llegado a su fin, según afirma Olgo Fernández, director del Indrhi, quien parte del hecho concreto del ingreso a las presas de 176 millones de metros cúbicos de agua en 11 días de lluvia. A esta buena noticia se suma esta otra: a pesar de su persistencia y de que aisló decenas de comunidades, la lluvia ha dejado más beneficios que daños, pues ha permitido autorizar las siembras que por falta de agua estaban paralizaras en gran parte del país.
Pero la experiencia vivida por la sequía debe modificar nuestros patrones de desperdicio de agua y pobre almacenamiento de reservas del líquido. Hay que reparar los daños hechos a los cauces de los ríos por la extracción de materiales, reforestar y proteger las cuencas hidrográficas y aplicar prácticas más amigables con el ambiente que nos garantiza la vida.

 

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