Mensaje de la Editora
“Dios está donde lo dejan entrar”

<SPAN><STRONG>Mensaje de la Editora</STRONG> <BR></SPAN>“Dios está donde lo dejan entrar”

A menudo, cuando nos enfrentamos a grandes pruebas, cuando presenciamos la injusticia, cuando constatamos la maldad apoderándose de la sociedad, nos preguntamos ¿dónde está Dios? Y es justo en esta primera semana de Pascua, cuando aún saboreamos la inmensa alegría de proclamar a un Dios vivo, presente y fiel, en cada uno de nosotros, cuando nos damos cuenta de cuán perdidos estamos.

Con qué facilidad olvidamos, y trastocamos nuestras más esenciales cualidades, inherentes a nuestro yo espiritual, y que hemos ido con los años enterrando para construir lujosos castillos de barro. Sin darnos cuenta, hemos ido sustituyendo las antiguas credenciales de un hombre o mujer honorables, por largos curriculums de sofisticados estudios, maestrías, postgrados y especialidades, que si bien adornan nuestro intelecto, no sustituyen nuestra esencia espiritual.

Hemos permitido y prohijado un ser humano intelectualmente brillante, descuidando los honores que corresponden a un ser humano justo, fiel y bueno. 

Eso, lo dejamos al descuido porque a veces interfiere con los intrincados negocios del hombre de hoy, donde la doble moral predomina en la obsesiva carrera para encontrar el éxito y la prosperidad en el menor tiempo posible.  Cuando todo marcha “sobre ruedas” el hombre de hoy exhibe con orgullo su bonanza, pero la fragilidad de su poder o su fama no suelen ser perdurables porque han sido construidas sobre bases fangosas, y cuando sobreviene la desgracia, se preguntan nueva vez ¿dónde está Dios? Dios ha estado siempre presente, discretamente distante, en la medida en que nosotros mismos lo mantenemos fuera de nuestras vidas porque como bien dice la palabra “El amor del Señor no tiene fin, ni se han agotado sus bondades. Cada mañana se renuevan . ¡Qué grande es su fidelidad!” Es una promesa contundente: “cada mañana se renuevan sus bondades”, pero ¿Le hacemos caso? ¿Qué hacemos con ellas? ¿Tomamos con gozo los frutos de su gracia infinita? O, sencillamente, pasamos de largo un día más porque “no lo necesitamos”, más bien, nos entorpece. Pero, Dios es fiel. ¿Lo somos nosotros? Dios es misericordioso. ¿Actuamos con los demás con misericordia? ¿Somos capaces de perdonar a aquellos que no nos hacen caso, que nos hieren, que nos son infieles? Dios si. Si estás completamente convencido de tu falta, El, como buen Padre, te perdona y olvida por completo tus agravios. ¿Acaso hay mejor noticia que esta? ¿Acaso no fue esto la esencia de la resurrección? Establecer un puente amplio y limpio para llegar a El. Y la palabra que recoge esa esencia de sacrificio y perdón es solo una: el amor. La lección que nos dejó con su vida y con su muerte y su posterior resurrección. Si amamos de verdad, seremos incapaces de cometer una injusticia, seremos capaces de perdonar, nunca se nos ocurrirá ofender a los demás, ni hacerles daño, porque el amor es la sangre sanadora que fortalece al hombre y le permite trascender. Lo sé, amar no es fácil. Pero, intentarlo es más que suficiente, porque Dios conoce nuestras limitaciones y nos ayudará en el camino. Un camino que se irá convirtiendo de estrecho sendero a amplias avenidas llenas de árboles frondosos y eterna primavera, donde todo fluya maravillosamente para ser felices aquí en la tierra, hasta el momento en que nos encontremos con El en la eternidad. Para ello, necesitamos orar. Continuamente. Con fe que sobreabunde. Los invito pues a compartir este mensaje de amor del libro “Abriendo las puertas de tu interior” de Eileen Caddy

“Ora sin cesar.

Que tu vida sea una plegaria constante de amor

y agradecimiento. 

La vida es muy, muy buena; pero recuerda siempre

que no es sino lo que haces de ella. Así que si tú eres negativo, atraes a ti la negatividad, una nube negra cubrirá tu vida, separándote del máximo bien.

Si eres positivo y ves constantemente lo bueno

en todos y en todo, te rodeará un cielo azul y el brillo del sol te acompañará.

Llena tu vida con amor, fe, esperanza y satisfacciones.

 Aprende a amarla, porque cuando lo hagas, tu vida será una plegaria constante

y realmente podrás orar sin cesar.

La oración es el alimento del Espíritu,

el sustento del alma.

Es una profunda necesidad interior para cada alma.

Siente esa necesidad interior y contéstala.”

En nuestra portada y entrevista central, compartimos con ustedes una entrevista exclusiva al compositor, músico, cantante y arreglista mexicano Armando Manzanero, un artista que ha trascendido con sus canciones, tiempos, generaciones y culturas, a través del lenguaje universal del amor. Pero además, interesantes reportajes, y una amplia cobertura de las actividades más relevantes de la quincena, convierten esta edición en una rica alternativa de información.

Hasta la próxima y que Dios les bendiga.

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