Craig Torres
La globalización está amenazada en algunos países desarrollados. Pero en partes del continente americano, los votantes acogen a los líderes que buscan intensificar la integración y el comercio. Bloomberg Benchmark publica una serie de conversaciones con líderes con visión regional sobre el tema de la globalización.
Pedro Aspe fungió como secretario de Finanzas cuando México firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) y actualmente es el presidente de Evercore Partners Inc. en México. Craig Torres de Bloomberg realizó la entrevista que ha sido resumida.
¿Por qué hoy en día la globalización es menos popular en los países desarrollados, mientras que América Latina parece estar dispuesta a seguir aceptándola? En América Latina se distinguen claramente dos grupos: aquellos a favor del libre comercio, principalmente la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Perú y México –y con suerte Argentina–) y aquellos en contra del libre comercio (el resto). En concreto, Brasil no tiene acuerdos de libre comercio. Su economía es cerrada, y aunque la depreciación de su moneda apoya a la exportación de productos básicos, los efectos en las exportaciones de manufactura del país son escasos. La división entre ambos grupos tiene una explicación en la experiencia individual que ha tenido cada uno de los países: algunos se han beneficiado más que otros.
¿Cuál es la mejor manera de llegar a un consenso sobre la globalización con distintos grupos de interés, como tú intentaste hacerlo en México en la década de los 90? El libre comercio puede resultar asimétrico en su distribución de los beneficios a la población general, y las políticas públicas deberían ir de la mano del libre comercio para que los beneficios se den de manera más proporcionada entre todos los miembros de la sociedad.
Por ejemplo, estados de México como Aguascalientes, Querétaro y Guanajuato (por mencionar solo algunos) han invertido considerablemente en la educación, y su población generalmente está a favor de la globalización. Por el contrario, Oaxaca, Guerrero y Chiapas (entre otros) han invertido poco en su capital humano y, por lo tanto, generalmente están menos a favor de la globalización. Las políticas públicas tienen una gran importancia y la educación debería ser una de las principales prioridades para llegar a un consenso y para que los beneficios del libre comercio se compartan con la población general. Actualmente, México produce a nivel nacional más ingenieros per cápita en comparación con EE.UU. (0,93 por 1.000 habitantes frente a 0,75).
¿Cuál es la solución para las fuertes, y algunas veces distorsionantes, entradas de capital que son consecuencia de la globalización? Veo tres componentes. Uno: tener un presupuesto balanceado que disponga de la flexibilidad para tener un pequeño déficit o superávit cuando resulte necesario. Segundo, un banco central verdaderamente independiente que permita ajustar las políticas monetarias y las tasas de interés para influir en la liquidez cuando sea necesario. Tercero, un mercado laboral flexible en el que sea relativamente simple contratar y despedir a los empleados y en el que la compensación se base en la productividad, en vez de ser fundamentalmente fija.
También es recomendable que las políticas públicas adecuadas estén en vigor, tal como el seguro de desempleo para la sociedad en general que evitarán los efectos negativos de dicha flexibilidad.
¿Qué haría que la inmigración fuera más aceptada en las economías desarrolladas donde muchos trabajadores nativos no cualificados sufren por los salarios bajos? Un ejemplo sería un programa de capacitación de emergencia para adultos, dirigido a nivel municipal y nacional, de manera que sea más sencillo para ellos, tanto ser empleados nuevamente como aumentar sus ingresos laborales. Es clave involucrar al sector privado en este proceso para que las escuelas enseñen de acuerdo con las competencias y conocimientos que actualmente pide el mercado.