México en la hora de la nueva época

México  en la  hora de la  nueva época

-II-
Hace casi un mes del contundente triunfo de Andrés Manuel López en las elecciones del 1 de julio , y ya el viernes 13, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, encabezando una delegación del más alto nivel de su país, se reunía con el virtual presidente electo de México, en la Casa de Campaña del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
El encuentro se realizó como fruto de las conversaciones telefónicas sostenidas entre el Presidente mexicano electo y el gobernante Donald Trump. Si se toman en cuenta las tensiones internas durante el fragor electoral y las que se esperaban en el período post eleccionario, así como las crispadas relaciones entre México y Estados Unidos desde la llegada de Trump al poder, vinculadas especialmente con el tema migratorio, se puede colegir buenos augurios para México, y para la nueva etapa que ya se está viviendo en ese gran país, la segunda economía de América Latina.
Los desafíos que tendrán que enfrentarse a partir del 1 de diciembre próximo son enormes, en distintas áreas (tiene territorios considerados entre los más violentos del mundo), pero hay en este momento un clima general llamado a favorecer la conducción del nuevo proceso histórico de la sociedad mexicana.
Si tal como ha anunciado López Obrador, México empezará a vivir la cuarta transformación de su vida pública (las anteriores fueron la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana), debemos recordar que hubo dominicanos y descendientes de dominicanos que jugaron roles destacados en su historia: José Núñez de Cáceres, Pedro Henríquez Ureña y Emilio Portes Gil.
Núñez de Cáceres, que declaró la Independencia frente a España en 1821, en su tiempo de exiliado en México vivió en el Estado de Taumalipas. Allí llegó a ocupar cargos públicos importantes: fiscal de la Corte Suprema de Justicia, senador y tesorero de Hacienda.
Henríquez Ureña, nuestro gran educador, escritor, crítico literario, historiador de la cultura y ensayista, fue de las figuras principales del Ateneo de la Juventud, en México, institución forjadora e inspiradora de los ideales que dieron sustento a la Revolución Mexicana.Llegó a dirigir proyectos culturales y académicos en etapas medulares de esa etapa de regeneración y de cambios.
Portes Gil, descendiente de Simeón Portes, miembro del grupo de patriotas que salió del país a raíz de la ocupación haitiana de 1822. Sus padres: Domingo Portes y la vegana Adelaida Gil. Fue presidente interino (1928-1930), en momentos aciagos de la etapa revolucionaria, a raíz del asesinato del presidente electo Alvaro Obregón. Durante su Gobierno, se fundó el Partido Nacional Revolucionario (PNR), la organización oficial de las fuerzas que participaron en ese proceso; luego pasó a llamarse Partido Revolucionario Institucional (PRI); en ese periodo se le concedió la autonomía a la Universidad Nacional de México.
En septiembre de 1963, el entonces presidente Juan Bosch fue invitado por el de México, Adolfo López Mateos, a los actos del 153 aniversario del Grito de Dolores, que dio inicio a la independencia del país. A sullegada a la tierra de Emiliano Zapata, Bosch expresó, en la ceremonia de recibimiento:
«Para los que han procurado afirmar en América un Estado de libertades públicas sustanciado por la justicia social, entrar en México es entrar en el hogar de sus mayores. Los padres de la revolución democrática latinoamericana son Maduro y Zapata y los cientos de millares de hombres del pueblo cuyas vidas ardieron en el incendio de 1910; y mi patria, señor, está iluminada todavía por el resplandor de ese incendio.
«…si me es permitido decirle sin que se busque en mis palabras un sentido oculto que nunca podrían tener, a usted le ha tocado llevar el resplandor de la revolución mexicana al límite más lejano en la conciencia del mundo; y estoy seguro de que su tarea no ha sido fácil, porque el mundo oye con más fascinación el estampido de las armas que las palabras del estadista».
En 1964, en su libro Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, confesó:
«Seguramente me sería difícil decir por qué vía llegaban a La Vega -el pequeño pueblo donde nací y donde crecí- los corridos mexicanos que contaban cómo Pancho Villa se había enfrentado a los soldados norteamericanos que entraron en México, pero puedo decir sin temor a ser mentiroso que Pancho Villa se convirtió en mi ídolo.»

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