Mi casa cumplió 

medio siglo

<P>Mi casa cumplió </P><P>medio siglo</P>

El desarrollo histórico de la época actual demuestra, con evidencia, cada vez mayor, que los preceptos de la justicia y de la equidad no deben regular solamente las relaciones entre los trabajadores y los empresarios, sino además  que median entre los distintos sectores de la economía, entre las zonas de diverso nivel de riqueza en el interior de cada nación y, dentro del plano mundial, entre los países que se encuentran en diferente grado de desarrollo económico y social. …

La solidaridad social que hoy día agrupa a todos los hombres en una única y sola familia impone a las naciones que disfrutan de abundante riqueza económica la obligación de no permanecer indiferentes ante los países cuyos miembros, oprimidos por innumerables dificultades interiores, se ven extenuados por la miseria y el hambre y no disfrutan, como es debido, de los derechos fundamentales del hombre.  Esta obligación se ve aumentada por el hecho de que, dada la interdependencia progresiva que actualmente sienten los pueblos, no es ya posible que reine entre ellos una paz duradera y fecunda si las diferencias económicas y sociales entre ellos resultan excesivas…. Fragmento de la Carta Encíclica Mater et Magistra de Su Santidad Juan XXIII, 15 de mayo de 1961.

En una pequeña casa de la calle Beller, en el corazón de Santiago, nació, en septiembre de 1961,  la Universidad Católica Madre y Maestra, cuyo nombre fue inspirado en la hermosa e impactante Encíclica de Juan XXIII, hecha pública algunos meses antes.  Cuando cumplió sus bodas de plata en 1986, fue gratificada con la distinción de Pontificia.

La Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra ha sido mi segunda casa.  Su campus de Santiago acogió a una joven inquieta y rebelde, que pensaba que el mundo resultaba pequeño para sus sueños, anhelos y aspiraciones. Durante cuatro años trajiné por sus jardines repletos de árboles, me senté en sus aulas, pasé horas muertas en la biblioteca y fui feliz en la cafetería, adonde acudía para relajarme.  Los años pasaron y  me hice adulta.  Partí buscando otras experiencias y nuevos caminos de formación académica.  Volví a mi casa buscando abrigo y lo encontré, esta vez crucé la carretera, y llegué al entonces Recinto Santo Tomás de Aquino.  De este regreso han transcurrido más de 20 años.  Y allí, en mi hogar de siempre, he sido feliz desarrollando mis múltiples actividades profesionales, desde la docencia, a la administración de proyectos, a la gerencia académica y a la investigación. 

Este septiembre la PUCMM llegó a su medio siglo.  Puede exhibir muchos logros y realizaciones.  Su compromiso de formar profesionalmente a los futuros líderes, se evidencia en sus más de 60 mil egresados.  La universidad ha formado hombres y mujeres comprometidos con el futuro del país.  De sus aulas han salido líderes sociales, empresariales y políticos.

¿Es la PUCMM la obra solitaria de una persona? La respuesta es contundente, ¡NO!  Mi casa es el fruto de muchas manos y muchos  corazones; de hombres y mujeres comprometidos con la educación y el futuro del país.  En sus aulas, sus patios y sus edificaciones están grabados para la eternidad  el sudor del trabajo, el calor de la pasión, la entrega sin límites, el sacrificio y la dedicación de cientos de mucha, mucha, muchísima gente.  El guardián que asume con seriedad la tarea de cuidarnos;  la secretaria que se esmera por el trabajo bien hecho;  el profesor que llega a sus clases con la convicción de que la tarea de educar es más que un trabajo; los administradores de la academia  que bajo presión intentan salvaguardar los preceptos institucionales establecidos en los dictámenes estatutarios y reglamentarios. Todos, esta comunidad ha construido una obra que hoy es orgullo del país. Es cierto que durante más de 40 años, Monseñor Agripino Núñez Collado ha tenido la responsabilidad de tener las riendas del desarrollo institucional.  Pero él, como sabio administrador que es, ha sabido acompañarse de este grupo comprometido que ha ofrendado sus mejores días por la consolidación institucional.

¿Conflictos? ¿tropiezos? ¿errores? ¡Claro que sí! La universidad está conformada por seres humanos, y como tal, acierta y puede cometer yerros.  Como afirma el Evangelio, aquel que esté limpio de culpas, que lance la primera piedra.  Pero, y vuelvo a una cita bíblica, por sus frutos los conoceréis.  La PUCMM puede gritar a los cuatro vientos sus inmensos logros.  Han sido 5 décadas de intenso trabajo, que se ha visto coronado con la estela de muchos éxitos.   

De aquella pequeña casa de madera situada en la estrecha calle Beller de Santiago, la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra  cuenta hoy con dos hermosos campus.  El de Santiago, que se reconoce nacional e internacionalmente por su belleza natural, es un símbolo del desarrollo de esa ciudad norteña.  El de Santo Domingo, urbano y hermoso, está situado en el corazón de la capital y exhibe un desarrollo impresionante.  El edificio que alojaba el antiguo seminario quedó pequeño, y el otrora Recinto Santo Tomás de Aquino, hoy campus de Santo Domingo, está compuesto de modernos edificios que  abarcan un trozo importante del polígono central.

He sido dichosa de haber sido parte de esta experiencia por más de 27 años.  Decidí hace un tiempo que me iré de allí  anciana, cuando ya no pueda estar en las aulas disfrutando de la energía de los jóvenes, y al mismo tiempo acompañarlos en sus momentos de desconsuelo y desorientación.

Estoy bendecida.  Mi casa me acogió y me convirtió en una de sus hijas. Gracias Monseñor por haberme dado la oportunidad de crecer, desarrollarme y envejecer en ese hogar que se ha multiplicado con miles de hijos agradecidos.

mu-kiensang@hotmail.com

Publicaciones Relacionadas

Más leídas