Mi papá, don Juan, Balaguer, Peña Gómez y el destino

Mi papá, don Juan, Balaguer, Peña Gómez  y el destino

Teófilo Quico Tabar

El primero de junio del 1988, hace ya 30 años, falleció mi papá. Cuando apenas habían llegado algunos familiares a la funeraria, se presentó don Juan Bosch, a quien conocía desde hacía mucho tiempo y de quien he escrito varios pasajes interesantes. Estaba junto a nosotros Víctor Gutiérrez, esposo de nuestra querida Fadile Tabar, y uno de los pioneros de la profesión agronómica del país. Tan pronto don Juan lo vio, lo abrazó y le preguntó: ¿Víctor, tú conoces bien a Quico? Claro, le contesto Víctor, este muchacho es como mi sobrino. Sí, dijo don Juan, porque tú estás casado con una Tabar.
Y a seguidas le expresó a Víctor: mucha gente no sabe que tú y yo somos parientes, y si tú y los Tabar son parientes, quiere decir que ellos también están emparentados conmigo. Continuó conversando con familiares y allegados. Al irse, lo acompañé hasta su vehículo. Reiteró las condolencias y me dijo que quería verme pronto. Tres días después de eso, don Juan visitó mi casa y habló de algunas cosas que tenían que ver con las elecciones del 1990, reiterándome que deseaba que nos mantuviéramos de cerca.
Como a causa del fallecimiento de mi papá había dejado de ir varios días al trabajo en Aduanas y a los informes al Presidente, recibí llamada de Balaguer por vía del general Pérez Bello, quien me solicitó que fuera a verlo esa misma noche. Envió a buscarme al general Hernández Fernández en su propio carro. Comenzó a hablarme de su papá, y de lo que imaginaba que me sucedía. Y me motivó a que retornara al trabajo porque me ayudaría a despejar la mente.
Le expresé que como habíamos acordado en 1986, cuando él me ofreció el cargo de director de Aduanas, que sería por dos años, pensaba que era un buen momento para dejarlo. Él me dijo que esperara hasta agosto cuando que se cumplieran los dos años, y que entonces hablaríamos de eso.
Aproveché también para informarle lo que había ocurrido con don Juan, tanto en la funeraria como en mi casa, en el sentido de que me había solicitado que lo ayudara en su proyecto y que en cierto modo me había comprometido. Balaguer, en vez de molestarse o sorprenderse, me expresó que eso estaba bien. A Juan, como le decía, hay que ayudarlo y tú puedes hacerlo. Siempre que lo veas manifiéstale mi aprecio y también a Carmen su esposa.
Me integré al trabajo, pero a partir de ahí se inició un período muy difícil. Al acelerarse los procesos de cambios dentro de las Aduanas, se incrementaron los conflictos con sectores económicos, pero también con los políticos. Aumentaron las intrigas. Las acusaciones permanentes eran de, que solo le daba atención y empleo a la gente del PRD, de Peña Gómez y Hatuey, y a las del PLD, de don Juan y su gente.
Esa situación aumentaba en la medida que se activaba la política, llegando a situaciones que obligan a otros artículos sobre el tema.

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