Miami y las grúas

Miami y las grúas

La Florida ha sido para mi como un segundo hogar de hace más de tres décadas. Influyó en ello mis tres años de estudios en Gainesville y posteriormente los cuatro años de estudio de mi hija en Miami. Para evitar los gastos de alquiler, compré un townhouse en el Doral en el año 1996, lo que me servia también como morada temporal en mis cortas estadías.

Además, durante los 11 años viviendo en Centroamérica (1989-2000), Miami era el tránsito obligado para mis viajes laborales a otros países y las vacaciones anuales a mi patria.

Esta ciudad vivió el boom de la construcción de la presente década con más intensidad que cualquier otra en los Estados Unidos. Recuerdo que en el 2003, cuando asistí a una reunión de trabajo en Miami, conté desde el balcón del hotel en el downtown, alrededor de 60 grúas levantando altos edificios, concentrados mayormente en Brickeel Avenue y sus alrededores.

Hace unas semanas y desde un lugar cercano al mismo hotel, conté apenas 10 grúas. Es increíble el derrumbe de la construcción en esta ciudad y en especial en el centro. Lo que sí se ve en abundancia son hermosos edificios de apartamentos terminados recientemente, donde apenas hay un 20% vendido. Y hablamos de edificios con 150, 200 y hasta 300 apartamentos.

Se estima que en la Florida hay actualmente 40 mil ejecuciones hipotecarias (foreclosures), solo detrás de California que llega a 68 mil. Además, unas 29 viviendas nuevas en ventas que no encuentran compradores.

Las placas de los vehículos de la Florida tienen debajo del numero lo siguiente “Sunshine State” o sea, el estado del sol brillante. Pero muchos se preguntan, incluyendo la revista Time, si el sol dejó de brillar en la Florida, porque todo se ve entumecido por la crisis.

Los problemas que afectan a este Estado van desde el alto desempleo y la creciente inflación (más alta que el promedio nacional) hasta una caída drástica de las ventas, todo lo cual se nota a leguas cuando usted visita los famosos centros comerciales de Miami (Mall) o lugares de diversión.

Solo hay una cosa que uno extraña en esta ciudad en crisis respecto a lo que se vive en República Dominicana. Y es que no se oye esa politiquería barata, populista y engañosa a que nos tienen acostumbrados nuestros gobiernos, y en especial este gobierno.

Por eso, la gente que ha perdido su empleo, con sus quejas y protestas pero sin importarle lo que diga Bush y sin pensar en Obama o McCain, dice con toda seguridad “el sol ha dejado de brillar pero volverá con nuevos bríos”. Y esa percepción se logra solo cuando existe confianza en la fortaleza y transparencia de las instituciones para manejar la crisis, cosa que aquí es imposible de percibir.

Por eso, mientras la institucionalidad en República Dominicana sea letra muerta y solo se utilice para enriquecerse y pagar favores políticos, estaremos en crisis permanente, sin esperanzas de mejoría.

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