Mir y León David, de la filosofía a la crítica de arte

Mir y León David, de la filosofía a la crítica de arte

 En los escritos sobre estética de Pedro Mir, se nota un esfuerzo por salir de la metafísica que contesta la pregunta por el ser del arte y abrir nuevos campos de relación del trabajo del artista con la sociedad o del estudio del arte como signos comunicantes. Busca analizar el arte desde la teoría de la comunicación. Como Umberto Eco había planteado ya en su “Opera aperta” en 1962. Esta nueva perspectiva le da base para un arte centrado en los problemas que se debatían en los años sesentas. Afloraba la teoría de la función social del arte, y la teoría de un arte comprometido.

 

La sociología había entrado en los estudios literarios en Francia a mediados de la década del cincuenta con la obra de Lucien Goldmann. De ahí que la estética comienza a quedar un tanto relegada y que la teoría de la comunicación dará paso a una lectura del arte desde la perspectiva de los los símbolos y signos, como lo hace la semiótica.
Por su parte, las reflexiones que realiza León David, producto de una época donde la estética de Mir ya no tienen las mismas consideraciones, presenta una crítica al arte de las vanguardias en la medida en que se centra en un “sujeto anárquico”, que se fija en sí mismo, que solo trabaja dentro de su individualidad, a la vez que reafirma una mirada filosófica, pero a la vez, en la que construye el sujeto al que está destinado el arte. Ese sujeto que en la teoría de la comunicación sería el receptor de los mensajes estéticos, tal como la trabaja Mir, es para León David un sujeto que tiene que disfrutar y valorar la obra de arte, por lo que el objeto artístico no es solo una obra en sí, sino una obra para el otro. Y donde el valor de la obra de arte se encuentra en la apreciación, la cultura, la educación que debe tener este sujeto ‘fruidor’ del arte.
Pedro Mir estaba tan encantado con la tecnología, recuerdo que me hablaba de ciertas imágenes que recordaba sobre el avión en su niñez. Su novela “Cuando amaban las tierras comuneras” inicia con los efectos automóvil en el pasaje como metáfora de la modernidad. Todo un reenvío a la poética de Marinetti, que concebía el arte contemporáneo como expresión de la revolución industrial. Posiblemente este entusiasmo, que derivado de su lectura de la sociedad de masa, convertida ya en sociedad cibernética, le dio el punto de apoyo para aceptar la semiótica como una disciplina del estudio de las artes visuales.
Mas Pedro Mir, quien había leído a Cassirer, veía en el arte una expresión simbólica y de ahí pasa a ver en el arte una configuración de signos y símbolo. En cambio, León David no va a entrar en una teoría de la comunicación, aunque no deje de ver el arte como función social (“Adentro I” ), sino como expresividad recuperada y disfrutada por el receptor. En Mir no hay una crítica de arte, aunque sí planteamiento de lo que ella es o debiera ser, pero la práctica de la crítica de arte no fue una actividad en en la escritura de Pedro Mir.
En el caso de León David, sus trabajos de crítica de arte se encuentran dispersos en publicaciones periódicas y esperamos que aparezcan pronto en un tomo de sus obras completas. Sin embargo, hay que ver como integrantes de su trabajo crítico los libros sobre pintores clásicos dominicanos: Tito Cánepa y Jaime Colson, así como una monografía que dedica a la pintora María Aybar. La crítica de arte en León David mantiene tres ejes: la elucidación ontológica de la obra de arte, o filosofía del arte, la crítica al metier del pintor: una crítica de los medios que usan los pintores, que presenta la descripción del cuadro desde sus composición, la perspectiva, los colores y cromatismo y la representación de las figuras, los volúmenes, líneas, etc.
La tercera dimensión de la práctica artística es la de su relación histórica con otras obras de arte. Es decir, el arte como una actividad cultural en el devenir de los tiempos. Su propia historicidad. Las obras de León David en las que trata la historia del arte dominicano, Cánepa y Colson, son monografías que demuestran que el autor está en una teoría del gran arte, del arte que queda. En las pinturas de Jaime Colson, León David, luego de explicar el carácter metafísico de la obra de maestro dominicano, lleva a ubicar al pintor dentro del vanguardismo, de la obra de De Chirico, con lo que da por sentada la existencia de la modernidad en arte. Hasta ahí, podemos ver que en León David asume el arte moderno, los impresionistas y postimpresionistas, las vanguardias de Picasso y Braque. Donde su concepción de la obra artística queda más problematizada, a mi manera de ver, es en los gritos de los pintores contemporáneos.
En fin, la obra reflexiva sobre el arte en República Dominicana tiene en Pedro Mir y en León David un corpus para su estudio. En la de este autor, me parece digno de estudio su lucha contra el cientificismo, contra el racionalismo en la obra de arte y su apego al subjetivismo del arte apreciado y disfrutado por el ojo que mira. Su manera de concebir el arte es clásica y en él la belleza hace su trabajo: una belleza que se presenta como sensibilidad y solo puede ser recuperada por un ojo educado en el arte. Con esta postura de arte como belleza, León David se constituye en un defensor de la estética clásica, con su interés en la forma, la belleza y el disfrute abre un espacio para la creación de un sujeto artístico, no solo en el que hace el arte, sino en el que lo disfruta. Ahora sería bueno preguntarse, cómo podría ser valorada la obra de arte, si ella no es solamente un objeto en sí, sino un objeto para nosotros, ¿habrá tantas valoraciones como obras de arte haya? No. ¿Queda la validación de los juicios estéticos en manos de la persona educada en el arte, aquel que ha sido ascender a la cima, como el que su virtud lo ha llevado a ver el mundo de las ideas? Es en ese ejercicio constante de la virtud y de ver y representar la belleza en donde se desarrolla una subjetividad que sólo es posible a los iniciados en el saber del arte y el disfrute del arte.
En fin, La teoría del arte de León David por su entroncamiento clásico busca constituir un sujeto que solo puede reproducirse por su propio esfuerzo en un ojo que conozca, disfrute y valore la obra artística y que, además, muestre los caminos de la estética como expresión de lo humano.
Su forma de ver el arte, en suma, recupera un sujeto artístico que aparece Grecia y que el Renacimiento potenció. Mientras que el Romanticismo le da la estética una dimensión filosófica e históricista… Por su parte, Pedro Mir al suscribirte a la teoría de la comunicación y los postulados de la semiótica pone una cierta novedad, pero él mismo conocía las dificultades que entrañaba explicar el arte contemporáneo más allá de la simple euforia producida por la novedad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas