El pago de soborno para obtener ventajas o beneficios de manera irregular está entronizado en Latinoamérica como una moneda de curso legal. Y la República Dominicana, según los resultados de un amplio estudio hecho por la ONG alemana Transparencia Internacional, ocupa el segundo lugar en esta práctica corrupta, siguiendo los pasos de México, que ocupa el primer lugar. Solo la falta de voluntad política oficial para atacar el pago de coimas puede explicar que la práctica esté tan extendida.
Aquí los casos de soborno se investigan de manera fortuita, como ocurre con el caso Odebrecht, que confiesa haber pagado más de US$90 millones en este país por obtener asignaciones de grandes y costosas obras de infraestructura vial. Ni siquiera casos tan sonados como el suicidio de un arquitecto en un baño de la OISOE, presuntamente provocado por prácticas similares, ha sido llevado a las últimas consecuencias en la justicia dominicana.
El Gobierno, que según uno de sus voceros combate el soborno, admite que la práctica de la corrupción es más grave en el ámbito de las compras, contrataciones de obras, servicios y concesiones en el Estado. De esa confesión se deduce que el pago de sobornos es moneda de curso legal en operaciones en que participan miembros de la sociedad. No hay una lucha decidida y constante contra la corrupción.

Sin equidad no se negocia

La rígida posición del gobierno de Nicolás Maduro le tiene garantizado el fracaso al diálogo con la oposición venezolana, con la mediación principal de la República Dominicana . El régimen no ha accedido a cumplir ninguna de las condiciones planteadas por la oposición como requisito para negociar una salida a la crisis política e institucional en que está sumida Venezuela con las libertades públicas conculcadas y con las función legislativa usurpada.
La evidencia más contundente de que el gobierno venezolano no es sincero ante quienes promueven el diálogo, radica en la persistencia de mantener bajo encierro a importantes dirigentes opositores del país suramericano. No ha habido voluntad de nivelar las posiciones para propiciar conversaciones que lleven a algún tipo de entendimiento.