Morfología de las yipetas

Morfología de las yipetas

Tuve a mi cargo, durante los dos últimos años que serví en la Cámara de Diputados, el entrenamiento de unos doce abogados para incorporarlos a una oficina técnica del Trámite Legislativo, para el estudio de proyectos sometidos al Congreso Nacional.

Recuerdo que para descargar un poco el nombre oficial tan largo bauticé la oficina con el acrónimo OFITREL. Y así se quedó, al margen de su denominación oficial.

Para aquellos días estaba en ejecución un préstamo del Banco Interamericano del Desarrollo (BID), con el objeto de renovación y modernización de OFITREL y de la Cámara de Cuentas. La licenciada Ángela Jáquez tenía un papel preponderante.

Le expuse a esta competente funcionaria mi deseo –y quizás mi urgencia– de retirarme, por razones de salud y de tiempo en los servicios al Estado.

Me respondió:

 – González, estamos en el proceso de modernización de esas dos oficinas. Tienes más de treinta años en la Cámara Baja. La institución necesita de tus servicios y experiencias para lograr las transformaciones convenidas con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Estamos empeñados en que estas dos dependencias se relancen con el mejor servicio.

No hubo nada más. Lo comprendí y continué como el primer día.

Hubo satisfacciones durante el proceso para nosotros. Había recibido un personal joven  con mucho entusiasmo y afán de trabajo.

La mayoría de los que hoy siguen laborando en OFITREL son mujeres jóvenes, de responsabilidad, cumplimiento de sus deberes y con orgullo de saber cuánto vale su aportación en el Congreso.

Una de ellas, asignada a la tanda vespertina, trabaja en horas de la mañana, no sé bien si en un colegio o en escuela pública. Es muy amable  –todas lo son– y cuando visito saludo a todos y charlamos con indecible alegría y cariño.

El padre de esa abogada creo que labora en San Juan de la Maguana y viaja semanalmente hasta allí a cumplir sus compromisos. En la casa hay dos yipetas, una grande, otra pequeña. A fines de seguridad, el padre se encarama en la yipeta grande, y la familia se consuela y resuelve con la pequeña, hasta el fin de semana.

Mi amiga y ex compañera de faenas me dice que prefiere la yipeta grande, por el tamaño y por lo imponente que es.

Por eso, recalca, está pendiente del regreso de su padre, cada viernes, afirmó feliz.

Cada vez que voy a la Cámara de Diputados, se hace un alboroto en OFITREL. Converso con todos, pero no dejo de hablar acerca de yipetas. A veces voy con la nieta. No  sé si lo hago bien o lo hago mal, pero la llevo de vez en cuando. La última vez,  apenas una semana, la llevé conmigo. Antes de retirarme pasé a darle cuerdas a la reina de las yipetas. Le pregunté:

– ¿Andas hoy con la clásica yipetica o con la deslumbradora yi – pe – to…?

– Alto, abuelo, me advirtió la nieta. En la Cámara de Diputados no se dicen malas palabras…

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