El país requiere de Ley de Partidos y Electoral, rígidas y exigentes. Que establezcan con claridad la forma en que deben regirse sus actividades políticas, internas y públicas. Que sean lo más transparentes posible y que las acciones de quienes sirven de soporte al sistema, puedan ser evaluadas, no solo por la Junta Central Electoral, sino por los demás organismos de control con que cuenta el país y la sociedad.
El financiamiento de las actividades políticas, que ahora más que nunca se pone sobre el tapete, debe ser estrictamente formalizado, evitando que el dinero mal habido o sucio arrope esa actividad tan importante para la supervivencia de la democracia y la institucionalidad.
Pero, se debe tener mucho cuidado con crear ficciones mediante metodologías, aparentemente de saneamiento, que solo se le dejen oportunidades a quienes dentro de los partido o en la sociedad, cuentan con recursos suficientes para financiar sus campañas, pues de esa forma, se estimularía un sistema elitista, en el cual, para ser político haya que tener recursos suficientes.
La actividad política se ha encarecido. Comenzando a lo interno de los partidos. No necesariamente porque haya necesidad de que sea cara, sino a propósito. Porque de esa forma se les cierran oportunidades a muchos que, teniendo posibilidades, capacidad y preparación, no pueden competir con otros líderes dentro de sus organizaciones.
El clientelismo no surgió necesariamente por necesidades de quienes requerían ayudas para realizar actividades en apoyo de alguien. Surgió, fundamentalmente, como estrategia o por decisión de políticos o aspirantes a políticos, quienes requerían nuevos modelos para competir. Modelos, donde el dinero sea la base fundamental para lograr el control de los partidos, las candidaturas y el poder. -Recordemos que viene de la República Romana-
El poder económico necesita de los políticos y los políticos del poder económico. Pero hace tiempo que los políticos entendieron que era necesario no depender exclusivamente de quienes podrían proveerlos de recursos, y comenzaron a modificar sus acciones hasta convertirse, ellos mismos, en poseedores de poder económico para mantener el poder político. Leonte Brea, en su libro El Político, Radiografía intima, le dedica un capítulo a analizar la importancia del dinero en la actividad política. Coincido con la mayoría de su exposición.
Por eso entiendo o recomiendo que la Junta Central Electoral, como rectora del sistema de partidos, tenga mucho cuidado para que las nuevas leyes como tal, no se conviertan en aliados exclusivos de los políticos que tienen poder económico, en detrimento de otros políticos o compañeros dentro de sus mismos partidos, que no cuentan con las mismas posibilidades.
Lo importante, tan importante incluso como el financiamiento, es la forma en que se escogen los dirigentes y los candidatos. Que no se les cierren las puertas a quienes con buenas intenciones, se sientan en desventajas y se vean compelidos a buscar el dinero de donde entienden que lo sacaron los demás. Porque siempre habrá la posibilidad de que algún político o partido reciban dinero sin que se contabilice.