Muertes naturales en hombres en años 2012-2017

Muertes naturales en hombres en años 2012-2017

Los cadáveres hablan y no mienten. Para descifrar el código de los muertos se requiere de un intérprete capacitado y honesto, comprometido con la verdad científica sin importar el sacrificio que esto conlleva.
Mediante la autopsia el patólogo identifica y traduce las señales indicadoras de la enfermedad o tipo de violencia responsable de interrumpir la vida de una persona.
En el período de 6 años comprendido entre el año 2012 y el 2017 se realizaron en el Instituto Nacional de Patología Dr. Sergio Sarita Valdez 6,050 necropsias en hombres, de las cuales 3,404 se debieron a hechos violentos, correspondiente a 56% del total, en tanto que 2,646 casos fueron muertes naturales para un 44%. En el rango de edades entre los 21 y 30 años ocurrieron 1,626 decesos para un 27% del universo. En los mayores de 61 años se identificaron 1,554 casos, lo cual significa el 26% de la totalidad.
Los restantes se repartieron aproximadamente en partes iguales en grupos de los 31 a 40 años, 41 a 50 años y 51 a 60 años.
Las 3,404 defunciones violentas incluyeron 2,275 casos de homicidio, es decir dos tercios de este renglón. La otra tercera parte fueron accidentes vehiculares. Hubo 246 suicidios.
En los 2,646 fallecimientos debidos a enfermedades naturales en hombres, cerca de la mitad tuvieron como causa básica de muerte la arteriosclerosis de las arterias coronarias. Otra tercera parte se debió a hemorragias cerebrales, consecuencia de una hipertensión arterial crónica; así como a rotura de un aneurisma de la arteria aorta. El resto se dividió entre los trastornos crónicos del hígado, el cáncer y las infecciones.
Llama poderosamente la atención que la cifra mayor de autopsias en masculinos tuviera el homicidio como la manera jurídica más frecuente, seguida por los fallecimientos accidentales; ambos modos muy relacionados con el alcohol y otras drogas. Entre las muertes naturales predominaron las causas de origen cardiovascular, mayormente los eventos coronarios y las hemorragias relacionadas con la hipertensión arterial.
Asombra y debe ser motivo de reflexión el rol de la violencia y de los estilos de vida en las muertes antes de sesenta años en hombres. La promoción de una sana convivencia alejada de los vicios y de las actitudes agresivas, siempre buscando el consenso, la paz, e incrementando el amor al prójimo ayudan a los ciudadanos a vivir más y mejor. La educación como herramienta fundamental básica sanitaria empieza antes del embarazo, sigue con el parto, nacimiento, infancia y niñez hogareña. Continúa en la escuela hasta convertirse en un hábito social.
Una alimentación balanceada, nutritiva y sin excesos ayudan a prevenir la obesidad, la hipertensión arterial y la diabetes, frecuentes acompañantes de los mortales trastornos cardiovasculares. Los ejercicios físicos regulares son el antídoto ideal contra el sedentarismo de la era digital. La atención primaria en salud garantiza el monitoreo de los parámetros físicos y analíticos mediante los chequeos médicos rutinarios.
El diagnóstico temprano de las dolencias pone al médico delante de las enfermedades, como ente proactivo, en lugar del usual profesional reactivo. Una dosis de prevención siempre ha resultado más efectiva que mil intervenciones curativas.
Las estadísticas de mortalidad, apoyadas en estudios basados en diagnósticos de causa de muerte verificadas mediante autopsia, permiten una mayor certeza y veracidad. Así podemos elaborar políticas de salud basadas en informes con datos fidedignos.

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