Muertes por armas de fuego

Muertes por armas de fuego

La causa más frecuente de muertes violentas en la República Dominicana es el trauma vehicular en calles y carreteras. En las autopsias no naturales predomina el homicidio por arma de fuego. Las pistolas son las armas más usadas; ocasionalmente se utilizan las escopetas y rara vez las armas de guerra tipo fusil. Cuando el médico forense examina las lesiones producidas por balas toma muy en cuenta el número de impactos, su localización anatómica, el ángulo de incidencia en la superficie corporal, así como la trayectoria de cada proyectil. Cuando participan varios tipos de armas es de interés tratar de establecer el orden de los disparos y de ellos cuál ha causado un daño letal.
Mucha gente cuestiona la relevancia de una necropsia cuando ya se sabe que la víctima pereció a causa de un balazo. Lo que no saben esas personas es que con dicho procedimiento se recaban, documentan y analizan evidencias que luego son llevadas a los tribunales con la finalidad de establecer responsabilidades y grados de culpabilidad. En los denominados “Intercambios o enfrentamientos con patrullas policiales” importa saber cuál de los miembros del contingente fue el culpable de la muerte. Otro punto de vital relevancia es determinar el rango de distancia al que se hizo el o los disparos mortales. En la nomenclatura americana se describen tres rangos que son los siguientes: disparo de contacto que es aquel en donde la punta del cañón del arma toca la piel del agraviado cuando se produce la detonación.
Esto puede identificarse mediante el reconocimiento del daño térmico, la llamada boca de mina del orificio de entrada, conjuntamente con el ennegrecimiento del defecto y la presencia de pólvora dentro del canal de la herida. Semejante tipo de alteración se observa frecuentemente en los suicidios y la ubicación que predomina es la cabeza, especialmente el área de la sien. El disparo a distancia carece de estos atributos puesto que solamente notamos un orificio con el clásico anillo abrasivo a su alrededor. El otro rango es el de distancia intermedia, también denominado a corta distancia o a “quema ropa”. El signo cardinal de ésta lesión es la presencia de un punteado o marcas rojo anaranjado, simulando picaduras de mosquitos en los alrededores de la herida. Esas marcas son debidas a las partículas de pólvora sin quemar que impactan la epidermis y se incrustan en la dermis de modo permanente. Dichas señales no pueden removerse con el lavado de la piel; se les conoce también con el nombre de tatuaje. Se puede tener un aproximado de la distancia que medió entre la víctima y el cañón del arma homicida con la simple fórmula de medir la longitud de este último. Si midió digamos 10 pulgadas, la multiplicamos por dos, en cuyo caso decimos que la distancia del tiro fue menor de 20 pulgadas. Es muy inusual que durante un enfrentamiento se produzcan heridas de bala a corta distancia, o quema ropa.
Los proyectiles que se recuperan del cadáver son remitidos al laboratorio de balística para su identificación y comparación con el arma sospechosa del crimen.
Es mucha la información que de un balazo puede derivar un experto, y muy verídica la conclusión a la que puede arribarse científicamente, a través de la observación y análisis detallado de una fotografía de alta resolución tomada por un fotógrafo entrenado en la materia.

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