Decir por televisión que una paciente falleció en medio de una cirugía cuando el especialista que la operaba abandonó el quirófano para atender unas consultas privadas, sin citar el nombre del médico involucrado ni el hospital donde ocurrió, no es la mejor manera de manejar un asunto tan serio, pues se está dañando la reputación de centenares de profesionales que laboran en nuestros hospitales públicos para proteger a quien incurrió en una negligencia casi criminal. Para colmo, y de manera sorprendente, el presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), el doctor Wilson Roa, dijo enterarse del caso cuando se buscó su reacción a las declaraciones que ofreció el director del Servicio Nacional de Salud, Chanel Rosa Chupani, al programa del amigo Héctor Herrera Cabral. Y si digo que sorprende es porque el funcionario dijo lamentar, en ese mismo programa, que el CMD conozca la situación, y no quiera asumir la responsabilidad por las consecuencias. Hay que presumir que para estos casos existe un protocolo, un procedimiento que cumplir tanto por parte del Ministerio de Salud como del gremio médico, que debe empezar por una comunicación fluida entre ambas entidades. A juzgar por la reacción del presidente del CMD, quien reclamó a Rosa Chupani que identifique el médico y la maternidad donde ocurrió, ese protocolo no se cumplió. Pero lo que el ciudadano común y ordinario quisiera saber, tras leer que una mujer murió por que el médico que la operaba la dejó en manos inexpertas para atender su consulta privada, es si eso se va a quedar así, como tantas cosas que andan mal en este país porque escogemos mirar para otro lado en lugar de corregirlas o, como en este caso, proteger al responsable con la impunidad del anonimato.